6:00 AM.
Saludo a los guardias de seguridad inclinando apenas la cabeza, sostuvo firme su portafolios de piel suave y caminó con el sonido de sus pasos por el piso acompañándolo. No se molestó en ir hasta el elevador, iba a continuar con el simple ejercicio de subir las escaleras. Se metió a el hueco en donde los escalones semi oscuros lo esperaban y empezó a subir un peldaño, dos, tres, cuatro y la velocidad de sus piernas y cuerpo lo llevó a devorar cada uno de ellos, estaba a punto de subir el último escalón que daba a la segunda planta se detuvo al oír voces femeninas.
- ¿Cuántas bolsas de basura necesitas?
- Cuatro - dijo una de ellas parecía estar concentrada en lo que hacia.
- ¿Alguien más?
- Todo bien - una voz joven respondió agitada.
Hubo silencio por parte de ellas. Se escuchaban sonidos de los utensilios de trabajo. Todas ellas estaban concentras en sus labores y él debía seguir su camino para hacer lo mismo. Subió el ultimo escalón y la pregunta que una de ellas hizo lo detuvo.
- ¿Volviste a traer café para el jefe?
Silencio.
Su cuerpo se paralizó. La curiosidad le mantuvo inmóvil y a la expectativa de una respuesta.
- Nadie se merece un café tan malo para empezar el día.
Ella respondió. Rodrigo apretó los labios molesto por el tono de lastima que llegó hasta él. ¡No era que estuviera obligada a hacerlo! ¡Él no le pidió que le dejara la bebida caliente tos las mañanas! Quizá el primer día le pidió una taza pero fue por costumbre, aún así ella no fue personalmente a llevárselo mandó a una de sus amigas a hacerlo.
Se movió inquieto e inseguro de seguir con su camino hasta el siguiente tramo de escaleras.
- Llega temprano y seguro que se va muy tarde - continuó como si fuera un comentario sin importancia -, tomar ese brebaje que se le ocurre comprar a ese tacaño del contador no es bueno para la salud de nadie.
Un par de risas siguieron al comentario.
- Es serio - replicó ella -, yo no podría tomar eso y trabajar, así que no me cuesta nada dejarle una taza de café y hacer su día más relajado.
- Qué se me hace que te gusta el jefe - se burló otra de ellas.
Rodrigo se irguió alerta ante aquel comentario.
- ¡Estás loca! - Exclamó con la voz más aguda -, ¡no! Tengo novio y muy pronto vamos a casarnos, ¿Como podría gustarme? Amo a Paco y no voy a terminar con tantos años de relación por alguien que apenas he visto un par de veces.
- Eso es verdad - dijo otra de ellas -, sólo estas diciendo tonterías.
- Bueno, ¿Por qué no? - inquirió -, el jefe no es feo y puede que sea como en las novelas; el galán rico millonario se enamora de la sirvienta y son felices para siempre.
- Los cuentos son ilusiones Benita, no son reales -. Le hizo notar ella con seriedad.
- Pero puede pasar - replicó Benita -, eso seria tan bonito y emocionante que te pasara a ti. Eres la única soltera del grupo.
- ¡Casi estoy comprometida!- Exclamó horrorizada -. ¿Como puedes decir algo así? ¡Nunca podría involucrarme con otro hombre y menos con el jefe del lugar donde trabajo!
- Estas loca - rió otra desde una distancia más lejana -, además nosotras no somos sirvientas.
- De verdad que tienes una imaginación muy despierta - rió alguien más.
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TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINAS
Romansa¿Quién diría que sólo bastaban quince días para enamorarse? Nunca en la vida podía haber pasado por la cabeza de Rodrigo Del Valle. En su cerebro se mantenían asuntos más primordiales que el amor. Estaba su empresa y el deseo de llevarla al siguien...