DÍA 8

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5:05 AM.

Sus movimientos eran lentos. Profundas ojeras rodeaban sus ojos y su piel se veía pálida. En forma mecánica dobló su ropa y la guardó, cerró la puerta metálica y sin mirar lo que hacia siguió abotonando la pesada prenda que le parecía desagradable. No entendía como había pasado todo aquello y de que manera estaba afectando su vida.

Bajó la mirada hasta sus zapatos. La pernera del pantalón se arremolinaba sobre ellos y convertían aquello en un estorbo.

- ¿Estás bien?

Levantó la cabeza y miró el rostro conocido como si no lo reconociera. Parpadeó buscando volver a la realidad.

¿Estaba bien? ¿Parecía estarlo? Abrió la boca y no salió sonido alguno de ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas que se negó en derramar.

- ¡Por Dios, me estás preocupando! - Exclamó acercándose y tomando sus hombros -. ¿Qué te pasa? ¿Tienes algún problema?

Apenas logró mover la cabeza. ¿Tenia algún problema? ¡Si!, quiso gritar, ¡Un enorme problema! ¡Mi vida acaba de quedar patas para arriba! ¡Todo ha cambiado! Nunca va a volver a ser igual, ¡nunca!

- No pude dormir - dijo sin ganas.

- Puedo notarlo - se levantó una ceja con ironía como si no le creyera.

- Lo siento - musitó pasando una mano por su cabello perfectamente peinado -, estoy agotada.

Olga la miró como buscando lo que no había dicho en su pálido semblante, unos segundos después asintió y cerró la puerta de su casillero. Aplaudió llamando la atención de sus compañeras.

María se dio media vuelta y antes de cerrar su casillero sacó el termo blanco sosteniéndolo con fuerza. A pesar de lo que había pasado se sentía comprometida a dejar el café. menciona un usuario

- Tenemos que apresurarnos - les dijo en voz alta -. Recuerden que el tercer piso debe estar listo antes de las seis.

Todas asintieron y empezaron a caminar hasta la puerta hablando entre ellas de temas triviales. María caminó fue rodeada por los hombros y al mover la cabeza vio a Olga apretándola a su regordete cuerpo.

- No sé que te pasa mi niña, pero siempre hay una solución para todo - le dijo para confortarla, pero no había nada que  pudiera hacerlo.

- Lo sé Olga - le sonrió apenas -, tiene que haber una solución para esto.

La única solución era olvidar, ¡perder la memoria! Quizá desaparecer...

¿En qué demonios estaba pensando? ¡Era una locura! ¡Nunca en su vida se le ocurrió algo así! No tenia la vida perfecta, pero estaba complacida con lo que tenia. Con su madre, sus hermanas, sus sobrinos, la gente que conocía y apreciaba.

Levantó la mirada, los ojos oscuros de Olga estaban sobre ella penetrantes seguía queriendo adivinar; María casi rió histérica, nunca adivinaría lo que le estaba sucediendo. Ella no podía asimilarlo aún, a pesar de...

Sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas. No podía ver a su amiga a los ojos. No se atrevía a ver a nadie a los ojos. Se sentía llena de vergüenza de darse cuenta de que había caído por unos besos y caricias, por un hombre con el que apenas cruzó algunas palabras.

Había actuado como lo haría una mujer de la calle. ¿Qué diría su padre de lo que hizo? No habría dudado en llamarla puta. Su padre pensaba que todas las mujeres que perdían la inocencia antes del matrimonio eran putas y para su desgracia sus dos hijas mayores se habían casado embarazadas. Era una vergüenza de la que no se había podido recuperar.

TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora