5:05 AM.
Entró apresurada por la puerta trasera. Estaba llegando apenas a tiempo. Buscó la tarjeta con su nombre para marcarla en la maquina y cuando estuvo hecho volvió a ponerla en su lugar. Corrió por el pasillo, no quería demorarse más.
¡Maldición! No había tenido ningún minuto de paz en su propia casa. No pudo dormir en toda la noche, y el día anterior se la había pasado nerviosa con un sólo pensamiento en la cabeza: a las siete en el hotel Plaza...
Ningún alimento pasó fácilmente por su garganta. Su mamá empezó a preocuparse por su actitud. Su padre le enviaba sus miradas escrutadoras con advertencias en sus palabras cada vez que tuvo oportunidad. Su hermana le echaba algunas miradas.
María no estaba con la paciencia de nada y lo único que hizo fue encerrarse en su habitación mirando el reloj mientras su corazón latía rápidamente.
No se presentó a la cita. No fue capaz de dejar atrás la educación que le dieron sus padres. Ella era una mujer y debía darse a respetar, no era de buen ver que se fuera a la cama con un hombre que apenas conocía. Eso lo hacían las prostitutas y ella era una hija de familia.
Tenia que aplacar esas sensaciones fuera de ella, no podía dejarse llevar por el deseo hacia Rodrigo Del Valle la perdiera.
Temía que si se dejaba llevar toda su vida cambiaría de manera drástica.
Ella tenia una vida estable y estaba feliz con lo que tenía. No cualquiera tenia a un hombre como Paco en su vida, él la amaba, ella sabia que él era su pareja; el que iba a pasar el resto de su vida a su lado. Esa era la razón por lo que debía mantenerse alejada de el jefe, no podía claudicar.
Suspiró. Era tan difícil evitar caer en la tentación que era Rodrigo Del Valle.
Miró sus sencillos zapatos negros que se movían a prisa por el pasillo hasta los cuartos que estaban asignados a el personal de limpieza y mantenimiento. Saludó a Don Juanito que se encargaba del mantenimiento del turno matutino que estaba en su pequeña oficina y corrió sintiendo la falda de su vestido arremolinarse entre sus piernas.
- Buenos días -. Saludó a sus compañeras casi sin aliento.
Fue hasta el casillero que le correspondía y buscó sus llaves en el bolsillo más pequeño de su bolsa que cargaba cruzada sobre su pecho para abrir el candado que aseguraba a su uniforme.
- Llegas tarde - fue el saludo de Lupe que terminaba de hacerse una cola de caballo frente a el espejo que colgaba en la puerta de su casillero.
- Buenos días - saludó Rita mostrando su desaprobación por el comentario de Lupe.
Buenos días - Olga levantó la vista de los papeles que revisaba - . Ya he dado las tareas. Te tocan las oficinas del área de ingenieros y el cuarto del café.
María asintió en silencio, no iba a renegar de sus tareas. Iba a llevarlas a cabo lo más pronto posible.
Se vistió en silencio con el uniforme azul y fue manteniendo la calma por su carrito de limpieza. Lo subió a el elevador.
- ¡Espera! - Lupe entró corriendo con su respectivo vehículo de trabajo -. Casi me dejas.
María se mantuvo en silencio. No tenia deseos de hablar, lo único que deseaba era terminar su trabajo y salir corriendo de ahí.
- Siempre eres la primera en llegar - miró a María de reojo - ¿Se te pegaron las sabanas?
María sólo levantó los hombros sin despegar la mirada de la puerta cerrada del elevador. No estaba de humor para hablar con alguien.
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TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINAS
Romance¿Quién diría que sólo bastaban quince días para enamorarse? Nunca en la vida podía haber pasado por la cabeza de Rodrigo Del Valle. En su cerebro se mantenían asuntos más primordiales que el amor. Estaba su empresa y el deseo de llevarla al siguien...