1:02 AM.
Los nervios estaban matándola. Se mordió el labio sintiendo como brotaba la sangre. ¡Dios! Por primera vez en su vida que llegaba a esas horas a su casa. ¡Su padre iba a destrozarla, quizá hasta la echaría de casa! No tenía un argumento válido para encontrar una excusa.
¡Si no se hubiesen quedado dormidos! Hundió su rostro en sus manos angustiada.
- Ya te dije, no te preocupes yo voy a hablar con tu padre - Rodrigo la miró de reojo mientras conducía, él también estaba preocupado por haber perdido la noción del tiempo y no llevar a María temprano a su casa.
- No servirá de nada - suspiró angustiada -, mi padre es un hombre muy estricto. Él no es alguien que acepte que una mujer esté en la calle a estas horas de la noche.
- Estoy seguro que entenderá, al principio imagino que ha de estar preocupado pero una muy buena explicación...
- No hay explicación que él acepte - suspiró María sintiendo un enorme nudo en la garganta -, no sé que es lo que va a pasar. ¡Dios!
- Voy a arreglarlo - su voz sonó segura.
Así se sentía, estaba seguro de lo que iba a hacer. Incluso si el hombre se ponía demasiado irrasible por la hora que era.
¡Dioses! Las dos veces que tuvieron sexo fueron tan intensa o más que la primera vez y aquello hizo que ambos se quedaran dormidos por el cansancio. Cuando despertó ya era pasada la media noche y la despertó preocupado por ella.
Su rostro se revelaba una y otra vez. El horror de la hora que era, lágrimas de angustia por lo que le esperaba en su casa y con su padre.
Buscó su mano sosteniéndola con ternura y con la suficiente fuerza para evitar que ella se soltara.
- Yo asumiré la responsabilidad.
- No entiende - María movió la cabeza angustiada -, mi padre no es un hombre que acepte explicaciones, él es muy estricto. Piensa de manera muy pasada de moda...
- Deja de preocuparte -, Rodrigo frunció los labios -. Yo me haré cargo.
María le dio indicaciones. Rodrigo se detuvo frente a una casa pintada de un verde muy extraño, que se adaptaba a los marcos y las rejas de las ventanas en blanco. Las luces estaban encendidas anunciando que la familia estaba aún despierta esperando a por María.
Ella bajó del auto antes de que él pudiera moverse, estaba ansiosa y asustada podía sentirlo. Apagó el motor del coche y salió siguiendo los pasos de su pequeña María. Su cuerpo estaba tenso, dispuesto a dar la cara por ella; era su obligación como su amante.
La puerta se abrió antes de que alguno de los dos se acercara unos pasos más. Un hombre de estatura media apareció en el umbral. Sus ojos muy parecidos a los de María se posaron en ella con una expresión severa, con accidente desprecio. La revisó de pies a cabeza con la mirada y alargó una mano con una pequeña maleta de un estampado de grandes flores rojas y hojas verdes y la arrojó a los pies femeninos.
- Papá...
El jadeo de María fue de dolor. Rodrigo queria acercarse a ella y rodearla con sus brazos pero se detuvo aguantando las ganas.
- Te has convertido en una vergüenza para la familia - el tono de su padre fue de absoluto desprecio -, ¿cómo te atreves a volver a estás horas con un hombre? ¡Regresas como una puta! ¿Cómo te atreves?
El tono de su voz se elevaba en cada palabra. Apenas sus labios se movían bajó el abundante bigote que cubría su boca.
-Papá yo...
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TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINAS
Romance¿Quién diría que sólo bastaban quince días para enamorarse? Nunca en la vida podía haber pasado por la cabeza de Rodrigo Del Valle. En su cerebro se mantenían asuntos más primordiales que el amor. Estaba su empresa y el deseo de llevarla al siguien...