NOCHE 2

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6:45 PM.

No era sencillo tener que esperar. No estaba acostumbrado a hacerlo. Se paseó por la habitación, el volumen del televisor lo ponía de nervios pero, él silencio era más de lo que podía soportar. Tenia la esperanza de que ella viniera. Su deseo igualaba la primera noche que se había mantenido grabada en su mente.

Quizá anteriormente no fue tan importante para él acostarse con ella, lo hacía para quitársela de encima y olvidar que una vez sintió deseo por ella, pero ahora era distinto, la deseaba aún más. Ansiaba tocar la suave piel, dibujar su figura,poder volver a oler su aroma.

Suspiró pasando una mano por su cabello. Se inclinó sentado en la orilla de la cama, miró el piso cubierto por la alfombra. Debería largarse y olvidar aquella obsesión. Se levantó tomando entereza decidido a dejar todo el asunto de otra noche con su pequeña María.

Fue hasta la puerta, la abrió y salió sin mirar atrás caminando por el pasillo hasta detenerse frente al elevador. Las escaleras estaban muy cerca pero no se sentía con ganas de bajar cuatro pisos. La campana que anunciaba la llegada de el elevador. Las puertas se abrieron, sus ojos se encontraron con un brillante cabello oscuro y un flequillo sobre esos ojos chocolate y caramelo que mostraban sorpresa.

Rodrigo frunció los labios. Apretó una de sus manos muy fuerte en un puño.

Hizo caso omiso de la mirada inquieta del empleado que al principio volcó su mirada entre los dos, ahora ya miraba a piso sin saber que hacer.

Rodrigo dio un paso al interior del elevador, se aproximó a su pequeña María atrapándola con su cuerpo

- Baje al estacionamiento. - dio la orden tomando la mano de su joven amante.

El elevadorista miró a María levantando una ceja.

Los empleados del hotel conocían de las conquistas de Rodrigo Del Valle y aquella joven no era del estilo  de el atractivo empresario.

La primera vez que ella subió al cuarto piso nunca imaginó que iría a la habitación de él.

Apretó el botón a el estacionamiento, les dio la espalda mientras miraba los botones que brillaban mientras iba bajando cada uno de los pisos. Entre el tiempo que tomaba echaba una ojeada por la puerta de color plata a la pareja que se mantenía en silencio en el fondo del pequeño espacio.

Dibujó una mínima sonrisa. Ella era afortunada.

7:03 PM.

Rodrigo sostuvo  con firmeza la mano de María. Apretó la mandíbula notando la actitud del empleado. Sabía lo que pensaba al verlo junto a ella, pero no le importaba, él la quería a su lado e iba a tenerla.

El hombre anunció que habían llegado cuando las puertas se abrieron. Rodrigo se abrió paso y salió de la mano de su pequeña María llevándola con él hasta donde se encontraba su auto.

María casi corrió tras él. Sus zapatillas sonaban por el silencioso lugar. Quería pedirle que se detuviera y la soltara para que pudiera volver a casa. No era necesario...

- Sube - ordenó apenas abrió la puerta del Mercedes.

- Yo debería irme... - dijo en voz baja. - No es necesario que me lleve a...casa, yo puedo...

- No, iremos a mi departamento. - Dijo con una expresión que no admitía réplicas por parte de ella -. Así que sube.

- No lo creo - levantó la mirada insegura hacia él -. A lo único que venido es para hablar con usted. No voy a quedarme.

- ¿No vas a quedarte?- Se inclinó a ella diciéndole aquello directamente a su oído. -. No hay necesidad de hacerlo, además ¿Cuál sería la razón? ¿la noche que tuvimos? Yo, no he dejado de pensar en eso.

TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora