3:17 AM.Abrió la puerta evitando hacer ruido. Se internó en el departamento a pasos suaves buscando que las suelas de sus zapatos no sonaran demasiado. Sabía que su pequeña María estaba en casa. El portero del edificio lo había confirmado cuando habló con él, incluso recibió información de que le había ayudado con unas bolsas y lo que parecía ser un objeto rectangular del que no quiso obtener información; según sus propias palabras.
Soltó un suave suspiro. Fue hasta el ventanal cuyas cortinas alguien había corrido, abrió una de ellas y miró a la ciudad iluminada desde las alturas hundiendo sus manos en la bolsillos de sus pantalones. No estaba bien, volvió a suspirar. Después de lo que había pasado las cosas no estaban bien. María no tenia porque pasar todo esto; él la llevó a que se diera todo ese desagradable asunto. ¡Dioses, casi lo matan! Pasó una mano por su cabello. De no ser por el novio de María ese hombre lo hubiese partido en dos con ese enorme machete.
¡Maldición! Tembló mientras bajaba la mano volviendo a esconder su debilidad en el bolsillo. Una situación que nunca llegó a imaginar que iba a pasarle a él. Mucho menos con una mujer que no tenia nada en común con él. Apretó los labios. ¡Todo por una maldita calentura! Siempre se había considerado un hombre centrado, con pensamientos claros a la hora de estar con una mujer. Tal vez algo frío sin dejar de lado su naturaleza apasionada.
Una noche y de regreso a su vida de trabajo. No compromisos, no sentimientos involucrados. Ahora, había una mujer en su casa, esa mujer que con sólo su presencia era capaz de alertar a su cuerpo y a sus deseos más básicos.
Un sonido lo alertó. De inmediato se giró hacia el departamento, sus ojos buscaron de donde venía aquel ruido encontrándose con una sombra pequeña al pie de la escalera.
- Buenos días - saludó María titubeante -, estaba esperándolo. Necesitó hablar con usted.
- Creo, que ya va siendo tiempo para tutearnos - dijo Rodrigo caminando hacia donde estaba ella -, hemos estado en una posición que es demasiado íntima para seguir hablándonos de "usted".
- No es lo correcto - María negó con la cabeza -, usted es mi jefe.
- Sólo en el trabajo, ahora mismo ni tú, ni yo estamos trabajando - hizo una clara observación.
- Aún así - bajó la voz apartando la !mirada de él -; no siento que sea buena tanta confianza.
- Bueno - cruzó los brazos deteniéndose a un par de pasos de distancia -, la confianza entre nosotros se ha cruzado un par de veces y no ha sido sólo un roce.
Maria evadió su mirada dando un paso atrás sintiéndose intimidada por la personalidad masculina. Se envolvió los hombros con sus brazos como si fuera un escudo para protegerse de él. Por un instante deseó replicar sus palabras y no salió ninguna frase de su boca.
-¿De qué querías hablar conmigo? - preguntó curioso levantando levemente una gruesa ceja.
- Quería darle las gracias por su hospitalidad - respondió casi sin aliento -. No tenía porque aceptarme en su casa. Ha sido mi culpa lo que pasó ayer, hubiera podido llevarme a casa de mi hermana, no era su obligación...
-¿No lo era? - inclinó un poco su cabeza hacia ella frunciendo el ceño -, ¿Acaso no fui yo el que estuvo contigo en la cama? Ambos nos quedamos dormidos y era mi obligación que llegaras temprano a tu casa.
- No, yo debí...
Dio un paso hacía ella. Sostuvo con su pulgar e índice un mechón oscuro de su cabello largo que caía más abajo de sus hombros. Ella jadeo un poco. Quiso apartarse del la magnética presencia masculina, pero su cuerpo no quería obedecer ordenes de su cerebro.

ESTÁS LEYENDO
TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINAS
Storie d'amore¿Quién diría que sólo bastaban quince días para enamorarse? Nunca en la vida podía haber pasado por la cabeza de Rodrigo Del Valle. En su cerebro se mantenían asuntos más primordiales que el amor. Estaba su empresa y el deseo de llevarla al siguien...