XIV.

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—Muy bien señor Lee Donghae, al parecer el dolor en el abdomen es completamente muscular. No hay daño interno. También he revisado su mandíbula y no hay un trauma mayor en la zona. Eso si, los hematomas van a tardar un buen tiempo en irse.

Donghae suspiró, bastante aliviado en realidad. Algunos minutos atrás una enfermera le había hecho el más dulce de los favores al ponerle una compresa caliente en el abdomen que había disminuido notablemente el dolor.

—En cuanto a usted, señor Lee Hyuk Jae, ya hemos limpiado correctamente la herida en su labio y el golpe en el mentón tampoco es grave. Los daremos de alta en cuanto el dolor de su acompañante disminuya por completo, mientras una enfermera irá a traerles los antiinflamatorios.

—De acuerdo, muchas gracias Doctor Ahn.

Tan pronto como ambos se quedaron solos tras las cortinas que separaban sus camillas del resto de la sala de urgencias, Donghae se recostó, pegando la compresa todo lo posible contra su piel.

Más temprano, cuando él y Hyuk Jae terminaron de desayunar (y posteriormente se asearon todo lo que pudieron), el pelinegro lo había subido a la limusina de nuevo con la intención de llevarlo al "hospital", que en realidad era un centro de beneficencia española privado que lucia muy, muy caro. Ahí los doctores y enfermeras eran sumamente cuidadosos y atentos con absolutamente todo lo relacionado a sus pacientes. Los atendieron rápido y sin rechistar, y lo mejor del asunto: sin preguntar. A Donghae se le hizo raro que ningún doctor preguntara qué demonios les había pasado. Aunque era algo que agradecía. No tenía muchas ganas de platicar que su ex novio los había golpeado a ambos en un arranque de... violencia desmedida.

—¿A donde vas a querer que te lleve?

Preguntó Hyuk Jae (Hyuk, demonios), sacándolo de sus revoltosos pensamientos.

—Uhm... a casa de mi mejor amigo, Heechul, la persona con la que hablaste esta mañana.

—¿No sería mejor ir a tu departamento por algo de ropa?

Donghae negó rápidamente con la cabeza y luego apretó la compresa entre sus dedos. Aquello era algo que realmente no quería hacer por ahora. No cuando aún estaba muy asustado.

—Tengo cambios de ropa en su casa, no hay problema.

Hyuk asintió y segundos después regresó el doctor Ahn, quien los había estado atendiendo desde el momento en el que llegaron.

—Aquí están sus medicamentos, solo necesita firmar la alta y podrán irse cuando se sientan listos.

El doctor le entregó un papel y una bolsa de plástico con cajas de medicamento y se marchó después de hacer dos reverencias para ambos. Volvió a cerrar las cortinas tras de sí y Hyuk volteó a verlo, sonriendo tranquilamente mientras lo veía ahí recostado en la camilla, tan cómodo.

—¿Quieres que ya nos vayamos?

Donghae volteó a verlo y tuvo muchas ganas de negar con la cabeza. En verdad estaba muy feliz ahí acostado, aunque fuera una clínica muy cara que él jamás podría pagar y aunque ya fueran las doce del día. Sin embargo, recordó que Hyuk no era alguien precisamente común. Era el director del complejo, y como tal, debía de tener mucho trabajo.

—Si, eso estaría bien. Pero... ¿me puedo quedar con la compresa?

El pelinegro rió un poco mientras se levantaba de la camilla y asentía.

De verdad que es adorable...

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|Out of Control|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora