XXI.

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—¿Sabes, Donghae? Ya no te voy a regañar por no llamar si no vas a volver a casa. Que quede en tu consciencia.

—Ah... prometo que llamaré a la próxima, en serio.

Donghae y Hyuk Jae acababan de llegar a casa de Heechul hacia unos quince minutos. Y mientras este último platicaba con Hankyung sobre unos conceptos raros de economía, Donghae se disculpaba ávidamente con su mejor amigo por no haberle avisado que no llegaría a casa la noche pasada. Al parecer si se había enojado un poco.

—Siempre dices lo mismo, ademas...

—¡Es que no lo tenía planeado! Las cosas se dieron de repente.

—¿Que cosas?

Heechul era muy perspicaz. Demasiado para el gusto de Donghae, quien se encogió en su lugar, pues estaban sentados en el sofá de la sala. Fingió demencia y se quedó viendo a la tele, rogando a cualquier deidad que Heechul no quisiera seguir indagando. Pero vamos, era Don Chismoso de quien estábamos hablando.

—Donghae... ¿qué fue lo qué pasó ayer?

—N-Nada...

—¿Seguro?

—Si...

—¿En serio?

—Que si...

Ahora el castaño estaba tronándose los dedos involuntariamente, hábito que Heechul conocía a la perfección, por lo que dedujo que estaba mintiendo.

—Si no me dices tú, le voy a preguntar a Hyuk Jae.

Amenazó, tanteando la fortaleza de Donghae.

—Hazlo.

Respondió, encogiéndose de hombros como si en realidad no le importara que lo hiciera. La verdad es que no solo si le importaba, si no que también le aterraba. Por eso se aferró al brazo de Heechul en cuanto lo vio levantándose del sofá. No era tan fuerte, no contra el.

—¡Bien! ¡Te lo dire!

Heechul sonrió, victorioso, y se sentó de vuelta.

—Te escucho.

—El y yo solo, solo... nos besamos y ya.

La mandíbula de Heechul se cayó por completo mientras se llevaba una mano al pecho y reía.

—Te dije que había demasiada tensión ahí. Y déjame adivinar, ¿durmieron juntos de nuevo?

El silencio sepulcral de Donghae y su cara de horror fueron suficientes como para que Heechul se empezara a partir de la risa. Es que las acciones de su amigo eran tan predecibles...

—Idiota.

—Perdóname, en serio. Es que me cuesta creer que estes haciendo todo esto tan rápido. A propósito, te dije que no fueras tan rápido, ¿no es así?

Donghae volteó a ver a su amigo con un puchero en los labios, pidiéndole que parara.

—Heechul... en serio que no puedo. Me quedo solo cinco minutos con él y no pienso, no puedo pensar.

Donghae estaba desesperado. Entendía que su avance iba muy rápido con Hyuk Jae, pero aquello era algo que no controlaba. El mismo reconocía que cuando estaba con Hyuk Jae su sentido común se apagaba, dándole espacio a sus emociones para que tomaran las riendas de sus decisiones. Y eso no siempre es bueno. Pero vamos, a él realmente no le importaba mucho. Esos últimos cuatro días habían sido una montaña rusa de la que aún no se quería bajar por lo emocionante y adrenalínica que era. Además no parecía que Hyuk Jae se sintiera diferente. Aun así, todavía no hablaban con total certeza sobre lo que sentían en su totalidad el uno por el otro. Si, ambos confesaron y aceptaron que lo que sentían era definitivamente amor, pero hay mucho más que explicar. Para Donghae era tan complejo que podría describirle lo rápido que late su corazón cuando lo tiene cerca, lo mucho que sus manos desean tocarlo y la cantidad de palabras que se quedan atoradas en su boca porque su simple mirada lo deja sin habla. Donghae podía ser la persona más romántica del mundo si de explicarle a Hyuk Jae todo lo que sentía por él se trataba.

|Out of Control|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora