XLI.

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—Hyukjae... hijo... solo mírate, el trabajo te está acabando.

La madre de Hyukjae llegó hacia las dos de la tarde a su departamento. Venia vistiendo un elegante palazzo de líneas negras y blancas, además de unos flamantes tacones de charol negro de unos seis centímetros. Su cabello era corto y ondulado de color café obscuro. No llevaba nada de maquillaje dada la extraordinaria y perfecta piel que tenía.

Una mujer hermosa sin duda.

Y ahí estaba entonces, sentada en el sillón de cuero de la sala. Examinaba el departamento con mirada penetrante bajo sus lentes de color negro, esos que usaba solo cuando estaba con familia o amigos.

Hyukjae permaneció de pie a un lado de ella, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Este era el momento en el que su madre comenzaría con su repertorio de quejas y críticas. La amaba, ya lo había dicho, pero todo eso era algo que exasperaba a cualquiera.

—Bueno, madre, dirigir el complejo empresarial más importante de la ciudad no tiene nada que ver con las ventas de bienes raíces, piensa en eso.

La señora Park frunció el ceño y volteó a ver a su hijo, entornando los ojos mientras dejaba notar su pequeña molestia ante tal comentario.

—Bueno, has de saber que no todos tenemos tus fabulosos dotes, hijo.

—Eso ya lo he notado.

Pasaron unos pocos segundos para que ambos rieran, disfrutando de esa relación madre-hijo tan profunda que ambos eran dichosos de compartir.

—¿Cuando te hiciste tan presumido?

—Probablemente cuando me volví director del complejo. La verdad es que yo no noto el cambio.

—Por supuesto que no, llega solo un poco de poder a tus manos y te vuelves loco.

Hyukjae soltó una risa bastante sonora mientras negaba con la cabeza y después su expresión fingió impresión.

—¿Un poco de poder? Madre, podría despedir a todos los empleados.

—¿Y lo harías?— cuestionó la madre de Hyukjae, cruzándose de brazos y mirándolo con reproche.

Este último se encogió de hombros y por tal acción recibió un golpe suave en el pecho que fue secundado por un gruñido molesto.

—Bromeo, por supuesto que no haría algo así. Dirijo una empresa, no soy un tirano.

—Maravilloso, me alegra saber que críe a un buen hombre.

La sonrisa de Hyukjae se ensanchó mientras se sentía cada vez más feliz. Bueno, los pequeños comentarios indeseables que hacía su madre no se comparaban en nada con su habilidad para elogiarlo con amor.

—Hyukjae, hay algo importante que tengo que hablar contigo... —dijo la señora Park, dirigiendo la vista hacia el suelo y haciéndose pequeña de pronto.

Él notó este cambio de comportamiento. Rodeó el sofá para sentarse junto a ella, expresando con su rostro la clara preocupación que comenzaba a sentir y tomando una de sus manos entre las suyas. Sentía que algo malo pasaba con su madre y el haría todo lo que estuviera a su alcance para solucionarlo. De eso no había duda.

—Dime qué pasa...

La señora Park se quitó los lentes y los colocó en su regazo, luciendo de pronto sumamente cansada y triste. Había algo en su expresión que despertaba en Hyukjae un sentimiento muy doloroso que le hacía sentir muy mal. Le hacía sentir que algo comenzaba a romperse dentro de él y eso le daba muchísimo miedo.

|Out of Control|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora