XXXIV.

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—Con que... ya saliste.

La voz de Hyukjae se escuchaba melosa contra su oído mientras su aliento tibio chocaba lento contra su cuello.

—Así es.

Donghae deshizo aquel abrazo y pronto se dio la vuelta, yendo a cruzar las manos detrás de la nuca del más alto. Puso su mejor pucherito y pronto tuvo a Hyukjae soltando un par de risas antes de besarle la punta de la nariz y las mejillas mientras lo tomaba por la cintura, haciéndole tales cosquillas que lo hacía arquear ligeramente la espalda hacia atrás.

Ninguno de los dos podía verlo, pero allá en la cafetería, Jungsoo, Youngwoon y Henry los veían dando pequeños saltitos felices. Henry lo hacía meramente por ver tanto romance surgiendo de esos dos, pero los jefes de Donghae tenían otras razones. Era la primera vez en mucho tiempo que lograban ver un atisbo del chico alegre y sonriente que conocieron desde un principio. Y no podían sentirse más felices de verlo así.

—¿Te llevo a casa?— preguntó Hyukjae, aún sosteniendo al más bajo por la cintura.

—Por favor.

Donghae se alejó un poco, sin embargo, tomó de la mano al más alto. Caminaron de esta forma hasta llegar al auto de Hyukjae, que en realidad no estaba estacionado muy lejos. Se subieron en un silencio agradable que terminó cuando Hyukjae arrancó el motor y se encaminó a la salida del complejo.

—No quería decirlo, pero... vi a Siwon entrando a la cafetería con YoonA.

Donghae chasqueó la lengua mientras asentía levemente con la cabeza.

—Si... los escuché.

—¿Los escuchaste?

—Es que me escondí bajo el mostrador tan pronto como pude.

Hyukjae rió bastante hasta que un golpe suave cayó en su hombro.

—No fue divertido... ni cómodo.

—Bueno, pudiste habértelo evitado.

—No iba a atenderlos...

—¿Y por qué no?

Donghae giró la cabeza para ver a Hyukjae pero este tenía la vista fija en el camino enfrente. Se encogió de hombros mientras comenzaba a jugar con sus dedos y de pronto unas gotas pequeñas de lluvia chocaron contra el parabrisas. Quiso distraerse con eso, fingiendo que no había escuchado la pregunta, pero entonces se detuvieron por la luz roja de un semáforo y Hyukjae llamó su atención acariciando levemente su mejilla.

—¿Me lo vas a decir?— preguntó, ladeando la cabeza.

Donghae volteó a verlo de nuevo y arrugó la nariz, como si realmente no tuviera ganas de decirle. Hizo una pequeña mueca de desagrado y luego habló.

—Supongo que me es difícil hacerles frente. No es fácil. Estuvieron saliendo a mis espaldas durante poco más de un año... ¿no me hace eso quedar como un idiota?

Para cuando terminó de hablar, el semáforo ya indicaba luz verde, por lo que Hyukjae emprendió camino de nuevo. Sin embargo, esta vez negaba suavemente con la cabeza.

—¿Cuando vas a dejar de verte como el origen de tus problemas, eh? Cuando te engañan, tú no tienes la culpa. La tiene el mentiroso. Debes dejar de verte como el culpable de todas tus desgracias. Habrán algunas de las que si seas responsable, pero no todas. Lo que te pasó no te hace ver como un idiota, los hace ver a ellos como unos deshonrados.

Donghae escuchaba las palabras de Hyukjae mientras mordía la piel interna de sus mejillas, pensando seriamente en todo aquello. No había mentira alguna en nada de lo que le decían, pero simplemente no podía evitar sentirse tonto. Un año era mucho tiempo.

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