XXVI.

2.6K 350 22
                                    

La memoria es un lugar extraño. Es curioso como dejas de recordar algunas cosas y otras no las olvidas jamás. Todo se presenta en forma de un remolino caótico de imágenes borrosas que crean confusión y desesperación.

Necesitas despertar para continuar.

.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.•.

La dulce respiración tranquila del cuerpo envuelto en sus brazos era sumamente relajante. Hyuk Jae abrazaba a Donghae mientras una de sus manos acariciaba su cabello castaño con lentitud, arrullándolo. Ambos estaban aún tumbados en el sofá mientras esperaban a que llegara la noche.

Hyuk Jae nunca pensó que se sentiría tan bien en una situación tan tranquila como aquella. Toda su vida había sido una persona muy activa, todo el tiempo haciendo algo. Estarse quieto no era necesariamente algo que lo emocionara mucho, pero ahí estaba, abrazando a Donghae como si en eso se le fuera la vida mientras acariciaba su suave cabello.

Donghae por su parte estaba luchando por no quedarse dormido. Lo relajante del momento combinado con la sensación de los dedos de Hyuk Jae paseándose por su cabeza le hacía difícil la tarea de mantenerse despierto.

Tan solo unos minutos más fueros suficientes para que, en contra de toda su voluntad, cayera completamente dormido.

Hyuk Jae no lo había notado aún. Estaba muy ocupado pensando en que ese era su último día libre para pasarlo con Donghae. Mañana tendría que presentarse temprano en el trabajo. Es cierto, el es el jefe, pero eso no quiere decir que puede ausentarse el tiempo que le plazca. Hay muchas cosas que hacer, muchas personas a las que ver, muchos tratos que cerrar...

Y acababa de recordar que Siwon era excelente con esos tratos. Se lamentó un poco por la situación en la que habían terminado inmiscuidos los tres, pero al parecer era inevitable. No había nada que pudiera hacer al respecto.

Además Donghae entraría a trabajar el lunes próximo, lo que tenía dos formas de verse. Una, donde dificultaba un poco las cosas porque ahora él y Siwon tendrían que verse inevitablemente en algún momento, y otra, donde ahora podría tenerlo cerca casi todo el tiempo. Una sonrisa suave apareció en su rostro en cuanto pensó en eso.

Hyuk Jae no era alguien precisamente controlador, pero no le desagradaba la idea de echarle un ojo al castaño en sus ratos libres.

No estaría mal.

Sin embargo, muy de repente, sus pensamientos comenzaron a girar en torno a esa pequeña espina que sentía en el corazón desde hace rato. Comenzó a pensar en porque tanta fobia a su niñez. Siendo adulto, todo aquello que lo aquejaba tendría que haber sido simplemente superado. Pero él no podía. Nunca supo porque, pero al parecer la pérdida de un ser tan querido como su mismísimo padre le afectó a él muchísimo más que a cualquier otra persona.

Se vió con infinidad de psicólogos durante su adolescencia, pero ninguno logró ayudarlo. Todo terminaba siempre en un estallido dramático de lágrimas y gritos al recordar a su padre tirado en el suelo; los ojos sin vida y la boca entreabierta, dejando escapar ese último aliento que contenía tantas palabras, tantas emociones, tantos sentimientos que se perdieron con la llegada inevitable de la muerte.

Si, ahora Hyuk Jae era un adulto. Una persona que tiene en sus manos el perfecto control de su vida. Pero siempre que tenía que hacer regresiones mentales en el tiempo, volvía a ser ese niño de diez años de rodillas en el piso llorándole a un cuerpo inerte en el suelo, con su madre detrás llorando y pataleando por haber perdido justo en ese segundo al que había sido el amor de su vida por al menos doce años.

|Out of Control|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora