XXXV.

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Hyukjae tomó una de las manos de Donghae y lo jaló hacia si, obligándolo de un momento a otro a sentarse en su regazo, con las piernas de lado. Tenía los ojos empañados y la nariz de ese tono rojo tan característico suyo, pero para Donghae él se veía perfecto. Tanto, que le veía embobado mientras trataba de grabar bajo sus párpados cada pequeño detalle de su rostro con la intención de recordarlo aun durmiendo.

Se sentía dichoso. Incluso ahí, tratando de que Hyukjae dejara de sentirse mal, sabiendo que lo que había en su corazón era un dolor de nunca acabar, podía permitirse sentir que estaba haciendo algo bueno. Que estaba con la persona correcta.

Hyukjae no tardó más de un minuto en cortar la poquísima distancia que lo separaba de Donghae y le dejó un par de picos, de esos que tanto le gustaban. Hyukjae, el tipo serio que dirigía a la mejor compañía del país, inteligente, calculador. Pero como amaba hacer sonreír a Donghae...

—Que ganas de comerte a besos. — comentó, tan cerca de Donghae que este se ruborizó hasta las orejas y no hizo otra cosa que reírse con un tono medio avergonzado medio divertido.

—Que ganas de que me comas a besos. — respondió.

Entonces Hyukjae esbozó una de esas sonrisas tan llenas de malicia (de la buena) que hacían todo tipo de estragos y tormentas en el corazón de Donghae.

Primero se sorbió discretamente la nariz, porque si, el llanto podía hacer que hasta el más serio del mundo de repente tuviera mocos.

Después se acercó para rozar el mentón de Donghae con la punta de la nariz, haciendo que la piel de la zona se erizara y que entrecerrara los ojos, disfrutando el cosquilleo. Bajó un poco más hasta que pudo rozar su cuello con los labios, provocándolo, dejando pequeños toques que se quedaban en eso y no avanzaban al siguiente nivel.

Donghae desesperó, sonrió y le dio un pequeño golpe sin fuerza en el hombro. Él sonrió apenas un poco para después, sin ningún tipo de aviso, dejar un largo beso sobre la suave piel de su cuello. Luego otro más... y otro más. Todos y cada uno de ellos igual de lentos, suaves e intensos. Si Donghae hubiera estado de pie, pronto hubiera quedado de rodillas ante los temblores que aquellos toques provocaban en sus piernas. Sentía constantes corrientes eléctricas que iban desde su nuca hasta su espalda baja y no podía hacer más que entrecerrar los ojos y disfrutar los cosquilleos que danzaban por su espalda, haciéndolo retorcerse de gusto. La manera en la que le hacía sentir tantísimo placer con tres besos en el cuello era monumental y maravillosa. Una habilidad para aplaudir.

Hyukaje subió y sin poder resistirse un segundo más le besó en los labios. Primero lento, como tanto le gustaba. Se tomó su tiempo para sentir como los labios de ambos se unían, como sus calores se fusionaban y terminaban siendo uno. Para sentir como el labio inferior de Donghae temblaba apenas una milésima de segundo. Tomó su rostro entre sus tibias manos y ladeó ligeramente el suyo, logrando tener así un acceso más cómodo. Sintió las manos de Donghae aferrándose con algo de fuerza en sus hombros y poco después ya estaba pidiendo más acceso con su lengua.

Casi nadie habla de ese momento tan injustamente irrelevante. Ese momento en el que uno demanda más durante un beso. Ese momento de espera en el que el corazón repica tan fuerte que eso es lo único que puedes oír.

El cuerpo entero tiembla por la expectación, por la sensación de ansiedad que acaricia el alma de una manera cruel pero suave, recordándote que podrían negarte ese acceso.

O bien, concedértelo.

Para suerte de Hyukjae, Donghae nunca le negaría tal petición. Antes loco.

Donghae abrió ligeramente los labios y un jadeo le fue arrancado al ser abordado tan bruscamente. Ahora sus manos se aferraban con más fuerza a los hombros ajenos mientras sus labios eran tomados con necesidad, mientras sus lenguas danzaban juntas al son del latir de sus corazones. Besar a Hyukjae era siempre una completa faena.

|Out of Control|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora