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002: Miradas fijas

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¿Saben esta sensación de tener a alguien mirándote fijamente sin apartar su mirada de ti y tus movimientos?

Pues es exactamente lo que estoy sintiendo en estos momentos.

El entrenamiento comenzó hace media hora y después de que el coach hiciera correr a Freeman cuatro veces por la parte trasera de la cancha, los jugadores están haciendo sus respectivos ejercicios diarios.

Y con Aarón mirándome cada segundo que puede, no logro concentrarme en mi lectura.

Hace algunos minutos estaba sumida en mi computadora y los ensayos que debo entregar para la semana próxima, pero sin duda mi mirada no pudo aguantar unos minutos más a ver cómo los jugadores hacían los abdominales y marcaban aún más sus camisetas con el sudor.

Debo admitir que los jugadores tienen lo suyo—están buenísimos y podrían resistir un apocalipsis si llegara a pasar—pero ninguno a me llama la atención fuera de lo fisico. No los conozco lo suficiente para decir que me gustan.

Solo hay uno de ellos que admito conocer muy bien, y aunque no lo haya mencionado antes, lo he recordado al recibir esa molesta sonrisa socarrona al llegar.

El número veintisiete, mejor conocido como Bryce fue mi pareja el primer año de preparatoria. Estuvimos juntos por un tiempo, y en ese tiempo Jonathan no dudó en hacerse su amigo. Bryce se llevaba genial con él, y eso no me enfadaba. La mayor preocupación que alguna vez pude tener fue el que pensaría Jonathan de él, tal vez no sea mi padre biologico, pero vive en mi casa y paga nuestras cuentas, por lo que su opinión es bastante importante. Todo estuvo bien hasta que Bryce me dió la peor noticia de mi vida, Jonathan le hizo una prueba para estar en el equipo. No me parecía mal, pero llegó un punto en donde la popularidad subió más rapido que un rayo y las chicas no tardaron en estar tras de él. Confiaba en él, pero se arruinó cuando de todas las chicas posibles lo encontré en los vestidores del equipo con Esther, mi prima mayor.

Hasta ahora, solo he escuchado como Jonathan le grita al pobre Freeman para que haga los ejercicios como se debe, ningún otro jugador ha sido reprendido de tal manera como él.
Supongo Jonathan lo hace para que de lo mejor y así pueda jugar mejor.

Y si no es eso, el chico tiene un problema con el coach.

Aparte de eso, los chicos y yo no hemos compartido una sola palabra. El unico que ha sido tan atrevido para hacerlo fue Lightwood, él y sus ojos azules no han parado de mirarme en toda la práctica.

—Jenna, ven aquí. Necesito tu ayuda —me puse de pie al escuchar la voz de Jonathan, cerré mi libro y lo miré expectante—, Debes lanzarles las pelotas, cuando las encesten las recoges y guardas en esta bolsa. ¿Entendido?

Asentí y Jonathan volvió a fijar su atención en el equipo, cabe decir que yo igual.

—Chicos harán los tiros libres, cada uno en diferentes posiciones. ¡Freeman! ¡Tú practicaras eso luego, le darás veinte vueltas a la cancha mientras!

Freeman se quejó y comenzó a correr mientras los otros jugadores encestaban las canastas.

Yo solo lanzaba la pelota mientras ellos las recibían, una vez todos lanzaron las recogí y guarde en la bolsa designada, los chicos del equipo se acercaron a mi.

—Así que, eres la hija del coach —uno de ellos me dirigió la palabra, sus ojos verdosos me escaneaban de arriba hasta abajo y una bonita sonrisa de lado me dió la bienvenida.

Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora