015

2.7K 165 14
                                    


015: ¿Delincuente?
.
.
.

Mi mirada viajaba desde las retro doce que calzaba Zack hasta su cabello rosado.

Traía tatuajes, un piercing en la nariz y uno en los dientes frontales. Su ceja traía una línea afeitada dándole un toque callejero a su estilo. Vestía una camiseta blanca común y sobre esta una chaqueta de cuero negra junto a unos jeans desgastados con agujeros en todas partes.

Lucía genial, un estilo urbano que jamás había visto en ningún chico de por aquí. Mostraba una sonrisa resplandeciente mientras me observaba al igual que yo a él.

Conocí a Zack cuando mi madre me envió a dejarle un pastel de frambuesa a Jonathan en su antigua casa. Tenía apenas los doce años cuando lo conocí, ambos éramos unos críos. Llegue a entregarle un pastel de bienvenida a John y cuando toque la puerta un niño con cabello rubio y ojos grisáceos me abrió la puerta. Dijo que mi aparato dental se veía cool y me invitó a jugar al play.

Lo mejor no fue eso, lo mejor fue que yo estaba cien por ciento segura de que mentía, porque mis brakets no se veían para nada cool.

John se estaba dando una ducha y para cuando salió se encontró con un par de críos llenos se pastel de frambuesa y su televisor roto. Cabe aclarar que mamá no me volvió a dejar sola con Zack. De alguna manera lo único que agradezco de la relación que Johnathan lleva con mi madre es el haber conocido a Zack.  Supongo que en ese entonces aún no aceptaba que mamá era feliz con otro hombre, y que por su felicidad debía aceptarlo.

Cosa que hoy en día trató de cumplir.

—Un gusto verte Jennifer, la última vez que te vi traias brakets. ¿Desde cuándo te creció el busto?

Su sonrisa habitual me recibió y sonreí por su comentario.

—Ambos sabemos que fui la única que pasó por la pubertad cuando éramos niños.

—Dame cinco segundos a solas y te mostraré lo que la pubertad hizo con este crío —guiñó un ojo insinuando otra cosa y haciéndome soltar una carcajada.

Dejé los nachos en la banca junto a las demás cosas que traía conmigo y corrí en su dirección. El me recibió en sus brazos y un abrazo cálido nos arropó a ambos.

—¿Alguien me puede explicar que demonios sucede aquí? —La voz de Bryce nos devolvió a la realidad, rompiendo nuestro abrazo.

—¿Se conocen? —la voz de el número treinta llegó a mi canal auditivo. Aarón fulminaba con la mirada a Zack, su ceño estaba más marcado que de costumbre.

—Lamentablemente si —respondió John.

—¿Lamentable? Jonny, ambos sabemos que tu mayor felicidad la traía yo cuando te visitaba.

—Cierra la boca Johnson, me visitabas porque te gustaba mi PlayStation y querías jugar Call Of Duty —Zack fingió estar ofendido.

—¡No es cierto! También iba porque la abuela me enviaba a llevarles pasteles y Jen jugaba conmigo.

—Mocoso interesado —John suspiró caminando hacia la banca en busca de una botella de Gatorade.

—¿Cuando volviste? —pregunté robando su atención, sus ojos grisáceos me observaron brillantes.

—Ayer en la noche, la abuela me recibió con una docena de sus galletas de chocolate. Deberías venir hoy, la tía Amy quiere que cuide a Summer y necesitaré ayuda.

Iba a responder en cuanto una voz gruesa me interrumpió.

—Lo siento, Zank o como te llames. Ella ya tiene planes, ¿cierto Jenn?

Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora