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010: Reglas
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Aarón Lightwood

—Organicé una reunion de emergencia ya que hay nuevas reglas que discutir en el equipo —el entrenador hablaba mientras tomaba un café el cual al parecer estaba hirviendo al igual que su cerebro.

Todo el equipo estaba reunido en la oficina del coach, el numero trece sentado a mi derecha me fulminaba con la mirada. Instantáneamente sabia a que se refería.

—Hace unos pocos días mi hija fue integrada al equipo como ayudante o asistente por un absurdo castigo de mi esposa.

—Aunque algunos se relacionaron más con Kennedy que otros. -El numero catorce, Mike, me miro de reojo, fulminándome con la mirada.

—Cierra la boca Greyson, llegaré a ese punto en un segundo ordenó el coach.

La charla del coach había sido anunciada al amanecer, y no por el hecho de que quisiera hacerlo.

Ayer Kennedy y yo dormimos juntos, no en el sentido sexual cabe aclarar. Comimos en su casa y luego vimos algunas películas. De alguna manera mientras Simba de el rey león peleaba contra Scar, la futura psicóloga se quedo dormida y yo junto a ella.

Nos despertamos en la madrugada cuando la cerradura de la casa se abrió sin ningún tipo de cuidado, Kennedy se llevó la sorpresa de ver a su madre dormida en los brazos del entrenador. El interrogatorio vino después de que el padrastro de Kennedy dejará a su esposa sobre la cama y llegará más rápido que una bala a nuestra localización.

Por lo que el entrenador dejó saber, me quiere alejado de su hijastra.

—Dado a los sucesos de ayer en la madrugada —Esto lo dice mirándome directamente a los ojos con una seriedad que me preocupa —, He tomado la decisión de establecer reglas concorde a Jenna.

—Jamás habíamos tenido reglas sobre chicas —La queja de Bryce, hace que el entrenador se enfurezca.

—No es cualquier chica Bryce, es mi hija, idiota. Así que, les guste o no deberán cumplir con las normas, o pateare sus traseros fuera de la cancha.

Todos los jugadores asintieron en acuerdo, pues no quedaba de otra.

—Numero uno: Cualquier chico que esté en mi casa que no sea parte del equipo lo sacan a patadas, a golpes si es necesario, pero no deseo ningún baboso expulsando testosterona en mi hogar y menos con Jenna.

—¿Jenna está de acuerdo con esto? —Mi pregunta captó la mirada de todos.

—No Lightwood y, si quieres conservar tu puesto como capitán deberás cerrar la boca.

Asentí prácticamente al instante.

—Numero dos: Haremos fiestas después de los partidos, y por ningún motivo deben perder a mi hija de vista. Serán mis ojos y oídos en todo momento, al momento que la vean con un estúpido, no los dejen solos y si lo hacen se las verán conmigo.

—¿Las fiestas las haremos en su casa?

—Todos sabemos que la casa más grande es la de el estúpido incompetente de West, las fiestas las haremos allá, y pobre de ti si no tienes un equipo de música decente —señaló dándole un sorbo al café.

El pobre West solo suspiro y asintió, no sé porque pero me dio el presentimiento de que iría esta tarde a comprar un equipo de sonido para nada barato.

—Numero Tres y la más importante de todas: Ningún jugador podrá mantener una relación mayor a una amistad con Jenna. Los que ya las tuvieron —su mirada se dirigió a Bryce Ackerman, el numero veintisiete —, Procuren mantener el pasado en el pasado o no podrán continuar en el equipo. 

Todos los jugadores asintieron en de acuerdo y la reunión culminó con los jugadores poniéndose de pie para ir a sus respectivas clases.

—¡No olviden que habrá reunión en mi casa hoy!

Y así finalizo mi mañana, la cual pareció comenzar demasiado bien y finalmente ser arruinada por el coach.

Jenna Kennedy

Mi mañana no resulto ser demasiado comprometedora, luego de la escena de el auto con Lightwood este se disculpó y se despidió. Le dije que debía dejar de besarme de la nada, no era algo que estuviera bien y él lo sabía.

No lo he vuelto a ver en el día de hoy, haciendo de mi día algo aburrido, supongo. 

Marilyn hablaba sobre la constitución de los estados unidos mientras almorzábamos. Malcom había tomado un curso de arte hace aproximadamente hace dos días y, ahora parecía todo un obsesionado por el dibujo. Hacia bosquejos y cosas extrañas en un cuaderno, pero no dejaba que Mar los viera y menos yo, parecía querer explotar cuando veía que ojeábamos las hojas.

—¿Que hiciste la semana anterior en la noche Malcom? —Mi pregunta lo distrajo de su nuevo pasatiempo.

—Digamos que no salí, solo el jueves en la noche que asistí a una fiesta en el la fraternidad de mi hermano, ¿Por qué la pregunta?

—Curiosidad —respondí desviando el tema, no necesitaba ningún reclamo de Malcom y su alcoholismo en estos momentos.

—¿Que harás despues de clases?

—Haré los trabajos que dejaron en estos días, no quiero tener mi fin de semana ocupado. Además, debo hablar con mamá sobre Amara hoy en la tarde, aún no sabe que esta en casa y supongo que obtendré un sermón por su parte cuando se entere.

Malcom y Marilyn asintieron volviendo a sus asuntos, dándome tiempo de pensar en la reacción de mi madre cuando se entere que Amara se quedo a vivir con nosotros.

[...]

Horas despues estaba en mi casa, vestida con un camisón desgastado color blanco que claramente podría ser interpretado como la prenda de una vagabunda, junto con unos jeans cortos prácticamente en el mismo estado de la camiseta.

Mi cabello caía ligeramente en mi espalda completamente mojado por la reciente ducha que había tomado. Ya había terminado de hacer todos mis deberes y estaba preparándome una merienda considerablemente saludable.

Había encendido los parlantes de Jonathan al menos hace media hora, la casa prácticamente temblaba por la música que resonaba por todas partes.

''Bad guy'' comenzó a sonar por las bocinas haciéndome sonreír como nunca. Tomé la escoba que estaba a mi lado y comencé a cantar la canción mientras dejaba que mi cuerpo se moviera al ritmo de la canción. Sin darme cuenta cerré los ojos y interprete toda la canción, finalice mi espectáculo fingido mientras me lanzaba al suelo dramáticamente tomando el palo de la escoba conmigo arrodillada en el suelo tocándolo como si de una guitarra se tratara.

Abrí los ojos de golpe cuando escuché aplausos y risas gruesas.

Los ojos de el numero veintisiete llegaron a mi vista y me puse de pie sin ningún cuidado, dejando el instrumento de limpieza caer estrepitosamente al suelo.

—Buenos movimientos, Sunshine —La voz de Bryce me aturdió por un momento y sonrió mostrando su piercing en los dientes.

Y finalmente lo entendí.

Frente a mi yacía la mitad de los Pumas, jugadores de la secundaria West.

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Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora