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032: No es lo correcto
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—Deja de mirarme así, parece que jamás me haz visto —gruñó Aarón con la voz más grave de lo usual, aún mantenía sus ojos cerrados.

Suspire, esto fue uno de los momentos más estresantes de mi maldita vida.

Llevaba al menos media hora viendo el techo y mirando a Lightwood dormir. Ayer dormimos juntos. Bueno, hicimos más que dormir. Hizo lo que le pedí, me demostró todo lo que me quiso hacer. Y aunque ambos estábamos un poco tomados, estábamos conscientes de lo que hacíamos. Gracias al cielo, Jonathan me había enviado un mensaje a las cinco de la madrugada de que se iría a correr y regresaría para el almuerzo. Pareció no haber notado nada anoche, y gracias al cielo. Prefiero mantenerlo así. No tengo ni la más mínima idea de que es lo que está pasándome con el número treinta y me aterra averiguarlo. Tuvimos un acostón. Más bien, el acostón. Supongo que no tengo porque dar detalles, al final yo sé lo bien que estuvo todo.

Por otro lado, quería arrancarme los pelos de la cabeza. Esta situación me ponía en un lado que me asustaba demasiado. Mar no se podía enterar de esto, no antes de que yo se lo dijera. Malcom quien lleva babeando por mi desde que ten uso de razón, tampoco. Lo adoro, es mi mejor amigo, no quiero romperle el corazón. No me perdonaría si hago algo así. Lo peor era que esconderlo solo me traería más problemas.

—Perdón, estaba pensando.

—¿En qué? Lo de ayer fue bueno, pero no pensé que tanto como para que te quedes en bobilandia todo el día —se burló girándose hacia mi. Sus ojos azules me vieron con ternura, apreté la sábana contra mi pecho desnudo.

—Si, sobre eso... —arrugue el ceño. No tenía idea de cómo decírselo.

—No, no. Alto ahí —se sentó de golpe en la cama y me señaló. Casi se me cae la mandíbula al suelo al ver que no le interesaba cubrir su cuerpo desnudo—, Conozco esa mirada es la qué haces cuando estás por hacer algo que beneficia a los demás de salir heridos pero te lastima a ti. No lo digas, no lo acepto.

¿En que momento Lightwood me ha llegado a conocer tan bien?

—¿Qué quieres que diga entonces? Sabes lo que voy a decirte.

—Estaba pensando, ya que tenemos una hora de paz —dió una miradita al reloj que está sobre mu buró y regreso si atención a mi—, Podríamos hacer panqueques.

—No me gustan —solté al instante.

—De acuerdo, comeremos cereal entonces —bufó rodando los ojos y saliendo de las sábanas. Mis ojos se me querían salir de la boca.

—¡Lightwood, tápate! —grite cubriéndome los ojos con la sábana, su risa fue lo que escuché.

—Jenna, ayer vi cada uno de los centímetros de tu magnífico cuerpo. Y tú viste los míos, así que soy libre de mostrar lo que quiera. Además, mira ese trasero —movió la cadera exageradamente haciéndome carcajear—, Es una buena vista para empezar la mañana.

Sin duda tenía razón.

—Tengo que ducharme —murmuré viendo la hora. Quedaba una hora para que Jonathan llegara y sin dudas no quería que me viera así.

Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora