Preliminares de seducción

1K 37 21
                                    




Dancing Hot (Contenido explicito)

Espero dentro de la escalera, apoyado contra la pared. La puerta se abre de golpe, casi pegándome en el rostro, y luego la aparto y allí está ella.

Charlotte estuvo en mi mente toda la maldita noche. Incluso antes de saber su nombre. Su cálido aliento sobre la tela de mis vaqueros durante el espectáculo de anoche. Sus ojos alzados. Soñé con esos alzados. Empujando mi miembro por su garganta mientras me miraba. Tal vez un poco de rímel corriendo por su rostro no estaría mal con el esfuerzo de tragarme.

—¡Tú! —grita, mientras me empuja con fuerza en el pecho, haciéndome dar un paso atrás.

Mi cuerpo ya esta duro.

—¿Qué estás haciendo? —grita. Y si aún no supiera que esta escalera era insonorizada, me preocuparía por lo ruidosa que es. Pero sé que está insonorizada. He tenido otras chicas gritando aquí antes.

Y ahora es su turno.

Porque necesito apartar a esta chica de mi mente y solo hay una manera segura de hacerlo.

Sexo duro.

Una vez que la penetre, dejará de existir. Así es como siempre ha sido, y así es como será. Una solución muy simple al problema que es Lotty.

—Di algo, maldición.

—¿Por qué me seguiste? —Lo pregunto tan tranquilo como puedo estar. Ninguna sílaba traiciona la forma en que quiero empujarla, bajar ese vestido de lirio blanco por sus muslos y hacercelo desde atrás.

—¿Qué? —Parpadea hacia mí.

Casi me río. Pero estoy tan jodidamente excitado. Estoy tan necesitado de liberación, y necesito que suceda ahora. No quiero que empiece a sentirse cómoda conmigo. Solo quiero que haga lo que le dicen.

—¿Por qué, Lotty?

Se da la vuelta, toma la manija de la puerta y tira. Pero está bloqueada desde el exterior y retrocede un paso cuando se da cuenta.

—¡Estamos encerrados! —Se gira hacia mí—. Qué...

Pongo mi mano sobre su boca. Es un movimiento brusco, y lo toma con calma, así que tengo que darle crédito por eso.

—Shhh. Solo ven conmigo.

La tomo de la mano y empiezo a subir las escaleras que conducen a la azotea. Esa puerta también está cerrada, pero aprieto mi espalda contra ella, haciendo que la tarjeta en mi bolsillo trasero active el mecanismo, y luego le doy una sonrisa a Lotty para que no se dé cuenta que no estamos encerrados.

No puedo hacer que salga corriendo antes de tener la oportunidad de borrarla de mis pensamientos.

—¿Qué es esto? —cuestiona, toda inocente, cuando salimos al fresco aire de la mañana.

—¿Qué parece? —pregunto, una pequeña sonrisa de satisfacción aparece contra mi deseo.

—¿Un jardín?

—Más o menos —digo, llevándola lejos de la puerta y a la única forma de volver a bajar, para que pueda concentrarse en lo que sucederá aquí conmigo—. Supongo que pensaron en una terraza ajardinada en la azotea en algún punto. Pero ya sabes, estamos a más de tres mil metros de altura y es más difícil cultivar cosas aquí de lo que la mayoría cree.

—Te criaste en Paris.

—En Alemania de hecho, nacido y criado. Después nos mudamos aquí.

—¿Qué hacen tus padres?

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora