Una estrategia cruel

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Mi tiempo en el spa es de todo menos relajante. Mi conversación con Draxler domina mis pensamientos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué, cuando la vida parece ir justo como la había planeado, tiene que intentar convencerme de que es diferente?

No lo entiendo. No estoy preparada para entenderlo, si soy honesta. No soy una aventurera. Nunca debería haberme mezclado con Julián. Está fuera de mi liga.

Y ese pensamiento me detiene de nuevo. ¿Realmente pienso eso? ¿Tiene razón? ¿Creo que es demasiado bueno para mí y toda esa mierda que le espeté esta mañana fue solo una forma de encubrir el hecho de que me siento indigna de alguien tan atractivo como él?

—Ay —me quejo a la masajista.

—Necesita relajarse, señorita Prust. Su cuello está tenso como un puño. Relájese y permítame ayudarla.

Dejo salir un largo suspiro e intento relajar los hombros. Dios, incluso los trabajadores creen que estoy tensa.

—¿Sabes qué? Simplemente hoy no estoy de humor. He tenido suficiente. —Me siento, sujetándome la toalla al pecho. Marie, la masajista, parece herida. Como si hiciese algo mal—. No eres tú, Marie. Solo tengo demasiado en mente. No puedo relajarme ahora mismo. ¿Qué tal si vuelvo más tarde esta semana y volvemos a intentar este día de spa?

—De acuerdo, señorita Prust —contesta, recogiendo sus aceites—. Simplemente llámenos cuando esté preparada y liberaré mi horario para usted. —Me aprieta el hombro—. Pero no deje pasar mucho tiempo. El estrés no es bueno para usted.

Sonrío, me levanto de la mesa y dejo que me acompañe a la puerta.

—Gracias, lo intentaré.

Dejo la sala de masaje y vuelvo a los vestuarios para darme una ducha caliente y quitarme el aceite. El agua se siente bien, pero no es suficiente para calmarme. Mi corazón ha estado latiendo con rapidez desde que Jules me colgó esta mañana. Simplemente no puedo quitarme sus palabras de la cabeza. ¿Cuáles son las posibilidades de que esté verdaderamente interesado en mí?

Pero luego vuelvo a escuchar la voz de mi padre en mi cabeza. Nunca sabrás si le gustas a la gente solo por tu dinero o por quien eres.

Tiene razón. Draxler parece estar preocupado por el dinero. Tanto que me tomó como un caso de caridad para mantener su trabajo. Es una posibilidad muy real que la única razón por la que esté interesado es por con quien estoy emparentada.

Pero no lo sé. Ese pequeño discurso que me dio en las rocas parece contradecir casi todas las suposiciones. Es un luchador, lo dijo. Puede ocuparse de sí mismo. No necesita mi oferta de trabajo y ya tiene otros trabajos esperando.

Así que, ¿cómo encajo estas piezas?

No lo sé.

Simplemente salgo de la ducha y me pongo un nuevo par de pantalones cortos y camiseta sin mangas. Tomo el bolso, me pongo las deportivas y me encamino a las escaleras que me llevarán de vuelta al vestíbulo principal.

En cuanto llego allí, huelo la comida del bar y me doy cuenta que no he comido en todo el día. ¿Tal vez eso me tranquilizará los nervios?

Me siento en la cabina y dejo salir un suspiro, luego jadeo.

—¿Qué dem...?

Manuel está al otro lado del restaurante, sentado en una mesa con una hermosa rubia.

—¿Creí que dijo que tenía reuniones? —susurro para mí.

—Oh, sin duda tiene reuniones —comenta la camarera—. Tal vez esta se quedará.

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora