El baile prometido

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Lotty es una coqueta. Y no tiene que morderse el labio o desnudar su pierna o nada de eso para que sepa esto. Me mira como si estuviera hambrienta. Lo hizo la semana pasada cuando la subí a la azotea y está haciéndolo ahora mismo porque sus ojos están recorriendo mi cuerpo de una manera que hace necesario que me ajuste bajo mis pantalones cortos.

—¿Qué plan? —pregunta, apenas siendo capaz de subir su mirada a mi rostro.

La invito a pasar a mi habitación, sumamente consciente de las pilas de papeles sobre mi mesa, el portátil abierto sobre mi mesa, la televisión a todo volumen con las predicciones de esta semana de repeticiones de los reportes de acciones del viernes, y mi falta de ropa. No es que no lo haya visto todo. Pero estoy presionando mi autocontrol aquí.

Hay otro golpe en la puerta y exhalo un suspiro de alivio mientras voy a responder.

—Hola, Draxler—dice, el camarero—. Lamento que tomara tanto tiempo. Estamos agobiados abajo... —Se detiene cuando ve a Lotty—. Oh, eh, hola, señorita.

—Ella y yo tenemos negocios —digo, señalando a mi papeleo fuera de control—. Así que vamos a comer aquí esta noche.

—Oh, claro —dice, empujando el carrito en la habitación. Empieza a colocar la comida y entonces nota que solo trajo un plato y un conjunto de cubiertos.

Lo detengo antes de que abra la boca.

—No tengo hambre, John. Así que la señorita será la única que cene.

—Bien —dice John con una sonrisa.

Un minuto después, camina de nuevo hacia la puerta y le doy un billete de veinte.

—No cuentes que estaba aquí. ¿Entendido?

—Lo entiendo, amigo —dice con un falso saludo militar—. Hasta luego.

Cierro la puerta y me vuelvo hacia Lotty. Se inclina sobre el carrito del servicio de habitaciones, inhalando el aroma.

—¿Hambrienta?

—Lo siento. —Se ríe—. No cené. —Se da una pequeña sacudida mental para volver al punto—. Lo invité a salir, Jules, y dijo que no. Así que pregunté sobre mañana y todo en lo que estaba interesado era en esa asistente facilona. No soy una buena jugadora. No hay manera que esté interesado en mí.

No estoy escuchando nada de eso. Tal vez dos palabras cruzan mi cerebro. Porque su cabello está despeinado, como si hubiera estado en la cama. O en la playa. Inhalo mientras sus labios se mueven y creo que huelo el lago en ella. Esa dulce esencia con la que crecí. Me recuerda a casa. Y ese pensamiento lo arruina todo.

Jodida casa.

—¿Me estás escuchando?

—Sí. —Lleva otro vestido de verano. Es amarillo y destaca contra su perfecta piel. Sus ojos recorren mi cuerpo mientras habla y cuando nota que me doy cuenta, cierra los ojos y se sonroja de un brillante rosa.

Creo que me pongo duro por eso.

—¡Julian!

—¿Qué?

—No estás escuchando.

—Crees que no está interesado. Pero lo está. —¿Cómo mierda podría no estarlo? Hay algo raro—. Quiero decir, son amigos. Y es agradable contigo. Así que eso es una pista de que está interesado. Simplemente no está motivado para hacer un movimiento ahora mismo. Las señales se están cruzando y mierda. Así que todo lo que vamos a hacer es alinear esas señales para que conecten.

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora