La primera bomba

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Apenas dormí en absoluto anoche. Di vueltas y vueltas. Inquieta y preocupada. Estoy llena de culpa. ¿Por qué me acosté con él? ¿Por qué hice este estúpido trato? Mi pobre padre, si lo descubre. Y esas chicas. Volverán a cazarme, estoy segura.

—Recepción —dice en su voz profesional.

—Soy Lotty. ¿Sabes dónde podría encontrar al señor Deaxler a esta hora? Se suponía que me encontrara y no responde a su teléfono.

—Oh, sí, señora. Tiene práctica los viernes por la mañana. Hasta... —Duda—. Bueno, hasta el mediodía. Técnicamente. Pero ha faltado a algunas por lo que he oído. ¿Tal vez se van a quedar más tiempo?

—¿Dónde son las prácticas?

—En el sótano de la torre norte. Hay un teclado numérico hacia el estudio al final del pasillo oeste. Su identificación debería servir.

—Gracias —digo con una alegría que no siento.

Respiro hondo y me dirijo hacia la torre y luego tomo el ascensor hacia el sótano. Hay un guardia de seguridad en la entrada del gimnasio, pero inclina su gorro hacia mí y dice cuando lo paso: —Buenas tardes, señorita.

Encuentro el pasillo. Puedo oír la música de stripper a un kilómetro de distancia. Maldito sea. ¿Cómo se atreve a dejarme esperando? Realmente necesito poner fin a este ridículo trato.

Paso mi tarjeta y abro la puerta mientras mi ira aumenta.

Y entonces me detengo. En seco.

Julian Draxler está haciendo algún tipo de striptease a una chica atada a una barra en mitad de la habitación.

—Sííííííííí —grita Bernard. Está atado a la barra de al lado.

—¡Bernard! —chillo sobre la música.

Cada cabeza se gira hacia mí.

Seis strippers masculinos en varios estados de desnudez. Bernard, que tiene la boca abierta y ojos amplios. Podría incluso estar sonrojándose. Y unas quince chicas, algunas llevan los uniformes de hotel.

—¿Qué diablos está sucediendo aquí?

—Lotty —dice Bernard con entusiasmo—. Somos la representación de la multitud para la nueva actuación de mañana por la noche. —Y entonces hace una no muy sutil inclinación de cabeza hacia el stripper y menea sus cejas.

—Hablaré contigo más tarde. —Muevo mi mirada hacia Draxler—. ¿Por qué estás aquí cuando se supone que estés...?

—Lotty —dice, interrumpiéndome—. Lo siento, quedé atrapado en el calor del momento y perdí la noción del tiempo. —Me sonríe de forma avergonzada—. ¿Qué hora es?

—Las doce y veintiuno —espeto.

—De acuerdo. —Y entonces se inclina hacia el cuello de su cautiva y susurra algo que la hace reír.

Dejo escapar un largo y agraviado suspiro.

—Te encontraré...

—No, no, no —dice Julian, alejándose de la chica atada a la barra en nada más que reveladora ropa interior—. Hemos acabado. Solo estaba jugando con ella. Vamos, tengo que cambiarme y entonces podemos irnos.

Toma mi mano y ni siquiera me molesto en intentar apartarme porque prácticamente me arrastra por el pasillo.

—No puedes mencionar que te estoy enseñando, Lotty. Eso es raro, ¿sabes?

Chico si lo sé.

—Sobre eso... —Y entonces me detengo porque acaba de meterme en el vestuario de hombres. Hay chicos sexys adonde sea que miro.

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora