Siempre dispuesto a ayudar

559 32 8
                                    


El ambiente para el espectáculo es diferente de lo que era el miércoles. La gente es más ruidosa, está más animada. Borracha. Hay muchas solteras en esta multitud, y apuesto a que cada una quiere un pedazo de estos hombres esta noche.

Frunzo mi nariz ante ese pensamiento, justo cuando Bernard llega y me toca el hombro.

—Lotty —dice con esa voz que me da miedo. Es la voz de preocupación. Una que me dice inmediatamente que algo está mal.

—¿Qué? —No puedo contener la agitación que se propaga por mi cuerpo como una ola—. ¿Qué ha pasado?

—Tu padre no se siente bien. Dijo que volverá a Franfurk esta noche.

Mi padre ha estado enfermo durante meses. Tuvo un ligero derrame cerebral el año pasado y algunos problemas de corazón el año anterior.

—¿Tal vez debería ir con él? Iré a empacar mis cosas.

—No —dice Bernard, agarrando mi brazo—. Ya se ha ido, Lotty. Y dijo que te necesita aquí para ocuparte del hotel. Dijo que te llamará mañana.

—Siempre dice eso. Si sabes lo que está pasando, ¡entonces dímelo! Me está volviendo... —Me detengo y veo a Manuel entrando en el teatro con una mujer de su brazo—. ¿Quién diablos es esa? —Bernard abre la boca para responder, viéndose un poco demasiado aliviado por la distracción—. Espera —digo—. Háblame de mi padre primero. ¿Está enfermo?

—Lotty —dice con un suspiro—. No lo sé. Creo que tienes que hablar con él al respecto. Y dijo que te llamaría mañana. Así que pregúntale entonces. Y en cuanto a esa perra... —mueve su cabeza hacia la mesa que vamos a compartir con Manuel y  ahora esta chica—, es nueva en la oficina.

—¿Desde cuándo?

—El día que llegamos aquí.

—Mentira. Manu nunca contrataría a personas sin decírmelo.

—Bueno, lo hizo con ella. La convirtió en su asistente ejecutiva.

—Bueno, supongo que realmente es su decisión. Pero... —Mis palabras se escapan mientras él retira la silla y ella toma asiento, sonriéndole como...—. ¿Crees que están saliendo?

—Aún no. Así que, si lo quieres, mejor que hagas tu jugada pronto, chica. Porque está a punto de hacer la suya y no serás tú en su brazo esta noche.

Mierda.

—Ahora vuelvo.

Ni siquiera espero a que Bernard responda antes de correr locamente hacia la parte de atrás del escenario. El tipo de seguridad me deja pasar y entro en el pasillo poco iluminado y paso los vestuarios mientras me dirijo hacia la parte posterior.

Cuando llego a la puerta de Julian, llamo.

—¿Jules? —llamo—. ¿Estás ahí?

Escucho un débil:

—Adelante. —Y giro el pomo y meto mi cabeza.

—¿Estás ocupado? —pregunto. Está de pie delante del espejo poniendo una funda de pistola en su cadera. Lleva un sombrero de vaquero, vaqueros desgastados y botas de vaquero.

Se ve muy sexy.

Como siempre.

—No más ocupado de lo normal cinco minutos antes de que el espectáculo empiece —grita sobre la voz resonante de Mario desde el escenario—. ¿Qué pasa?

—¡Manuel pasa! Tiene una chica ahí fuera. ¡Trajo una cita! ¡Está aquí con una chica de la oficina!

—Cálmate, preciosa. —Me da una pequeña risa retumbante y luego esa sonrisa que he llegado a amar—. ¿Cómo sabes que es una cita? ¿Tal vez es solo negocios?

—¿Qué tipo de chica va a ver un striptease con su jefe?

—No sé —dice, apoyando su trasero perfecto contra el tocador y cruzándose de brazos—. ¿Qué tipo de jefa invita a su empleado a su habitación?

—Iba a despedirte. Y no es lo mismo. En realidad, no trabajas para mí. Esta chica es su —hago comillas en el aire—, "asistente ejecutiva". ¿Qué te parece esa mierda?

Jullian agarra mi mano y me atrae hacia él. Todo tipo de terminaciones nerviosas empiezan a dispararse por mi cuerpo ante su tacto.

—¿Estás celosa? —pregunta, poniendo sus manos sobre mis caderas una vez que estoy a pocos centímetros de su pecho.

Estoy a punto de gritar, ¡Claro que sí!, cuando hago una pausa.

—No sé si estoy celosa exactamente. Pero estoy enfadada. Esta se supone que es mi gran noche. Tenía todo esto planeado. Nosotros —enfatizo—, habíamos planeado todo esto.

Sus manos se deslizan por mi cuerpo hasta que sus dedos están presionando la parte posterior de mis costillas y sus pulgares están justo debajo de mis pechos. Tengo que respirar hondo.

—¿Qué haces, Julian?

—Volviéndote loca.

—¡Para y ayúdame a librarme de esta chica!

Se pone de pie y se inclina sobre mi cuello.

—¿Cómo debo hacer eso?

Mierda. ¿Por qué es tan encantador Jules?

—¿Debo elegirla de entre la multitud? ¿Hacerla sentir especial? ¿Llevarla a mi habitación?

A veces, me gustaría que me llevase a su habitación. Recibí una prueba de su magia esa primera noche y joder, si nadie hubiera estado allí y hubiéramos tenido tiempo solos, podría haber tenido una noche intensa con él.

Concéntrate,Lotty.

—Mmmm, ¿sí?

—Eso suena como una pregunta. ¿Quieres que lleve a esta chica a casa esta noche, Lotty? ¿Arruinar sus posibilidades con Manuel?

—Más o menos. Solo quiero mi oportunidad, ¿sabes? Solo quiero mi única oportunidad de hacer que me vea como una posibilidad. Y esta iba a ser. Iba a utilizar todos los trucos y lograr que me notase.

Un golpe en la puerta nos interrumpe.

—Un minuto, Draxler—dice un tipo del escenario.

Él me mira con una pequeña sonrisa. No es la sonrisa que tenía hace unos segundos.

—Me ocuparé de ello, Lotty. ¿Bien? Y entonces podrás tener otra cita con él mañana y esa irá perfecta.

Asiento, incapaz de apartar mis ojos de su rostro. Esa sonrisa no es feliz, es... triste. Algo está mal. Y estoy a punto de abrir la boca para preguntar por qué está triste cuando escucho a Mario anunciar a los chicos en el escenario.

—Solo tienes que ir a sentarte y ser paciente. Cuando la chica se haya ido, concierta una cita para cenar con Manuel. Me haré cargo de ella.

Y luego sale por la puerta a hacer lo suyo.

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora