Pamela la "otra" clienta de Julian

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El bufete de abogados de Pamela Shalanger está ubicado en el centro. Es un edificio imponente hecho de vidrio con un semicírculo de columnas que se extienden hasta cinco pisos flanqueando la entrada. Hay una plaza común al frente con jardines y gente sentada en los largos maceteros de concreto almorzando. Más que respetable, es intimidante. Entro y la seguridad inmediatamente me dirige al mostrador de recepción donde una mujer agradable y bonita toma mi nombre y revisa una lista.

—Aquí tiene, señorita —dice, entregándome una identificación de visitante—. La señorita Shalanger la está esperando. Use el pase para acceder al vigésimo quinto piso.

No necesito tener esta reunión. Y cuando llamé, la recepcionista pareció dudar en darme un encuentro en persona. No estoy segura si Pamela está nerviosa acerca de cómo todo esto se vino abajo, o si piensa que podría ir a su trabajo y provocar una escena.

Llego a los ascensores, deslizo mi identificación y presiono el botón. Las puertas del ascensor se cierran y un segundo después, estoy subiendo. Hacia qué, no estoy segura. La verdad, espero.

—Señorita Prust —dice la mujer en el mostrador de recepción, poniéndose de pie para poder verla mejor—. La señorita Shalanger saldrá en un minuto. ¿Puedo traerle un poco de agua?

—No, gracias —respondo, sentándome en una de las sillas de cuero mullidas.

Retuerzo mis manos durante cuatro minutos antes de que una dulce voz diga desde el otro lado de la habitación:

—¿Señorita Prust?

Me levanto y camino hacia ella.Pamela Shalanger es alta, rubia y absolutamente hermosa.

Y era clienta de Draxler.

La estaba juntando con un hombre.

No lo entiendo.

Estrecho su mano extendida y digo:

—Muchas gracias por aceptar reunirse conmigo.

Me da una sonrisa tensa y luego me guía por el pasillo y me lleva a su oficina. Es grande y limpia. Pulcra y ordenada, sin archivos desordenados, como mi oficina en el edificio corporativo de mi padre a pocas cuadras de distancia.

Todo aquí es acerca de las apariencias.

Me siento en otra silla mullida, y Pamela ocupa la que está a mi lado en lugar de posicionarse en el poder detrás del escritorio.

—Me gustaría comenzar diciendo que siento su pérdida.

Asiento, reprimiendo la tristeza.

—Gracias. Y como puede imaginar, es por eso que estoy aquí. Miré los documentos que me dejó y entiendo lo que significan, señorita...

—Llámame Pam —dice, tomando mi mano y apretándola.

—Pam—digo, tragando—. Entiendo lo que estabas tratando de decirme con esos documentos. Mis abogados los han revisado y, bueno, se están ocupando de las cosas.

—Me alegro... ¿puedo llamarte Lotty?

—Claro. —Me río.

—Lotty, me alegro. No soy una abogada testamentaria. En realidad, no soy abogada en absoluto, de hecho. Mi padre y mis tíos hacen eso. Lo que hago es investigar por ellos. Y Jules es... bueno, lo considero un buen amigo. Fue a la escuela con una de mis primas, y ella... bueno... —Pam levanta las manos—. De acuerdo, sabes que dirige un negocio de emparejamiento, ¿verdad?

—Sí —digo.

—Así que lo contraté, y esa misma noche, nos contrató. Primero fue sobre ti y la compañía. Solo estaba tratando de salvar su trabajo. Pero luego mencionó que Manuel Neuer le parecía familiar. Entonces comencé a indagar. Solo en caso de que hubiera algo ahí que necesitaba saber.

Servicio completo  Julián DraxlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora