Capítulo 6

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Estando en mi estudio recibí una llamada, algo me inquieto al momento que contesté. —Buenas noches.

—Te dije que un día lo pagarías, yo siempre cumplo, te juro que el día menos pensado te acordaras de mis palabras, la vida es muy jodida si piensas que todo es color de rosa...

No me dieron tiempo de responder, pero inmediatamente supe quien había llamado, ese desgraciado de Tomás, me dejo algo inquieto, pero era algo que debía ocultarle a mi familia, especialmente a mi Lorenita la luz de mis ojos era cierto que no iba a dejar que le ocurriera nada, por eso era mejor que no supiera nada, es una chica muy tranquila y no quería que eso cambiara.

—Papá, voy de salida para la Univer... ¿Qué paso? ¿Estás bien? Tienes un aspecto horrible, estas muy pálido ¿problemas en la empresa?

Tan pronto escuche su voz, me quede quieto, supe que se había dado cuenta de mi actitud debido a esa gran cantidad de preguntas que me lanzo, no suele ser así, pero la asusté.

—No nena, no es nada, simplemente un dolorcito de cabeza, no te preocupes, vete para tus clases, no quiero que llegues tarde, aprovecha tu día y llévate el carro por favor.

—Claro que si papi, te quiero —me dijo mientras me daba un beso.

—Yo también amor, cuídate mucho. —Preferí no decirle nada más para evitar que se asustara, odio la idea de que mi nena tenga guardaespaldas, pero no puedo permitir que le pase nada, la amo demasiado, voy a investigar un poco, necesito saber que ha sido de la vida de Tomás, porque no voy a poner en peligro a mi familia.

****

Me asusté mucho cuando fui a despedirme de mi papá, estaba mal, lo sabía, como también sabía que algo no estaba bien, que algo sin duda le estaba robando la tranquilidad, pero no quise meterme en nada de eso, seguramente su trabajo, manejar la compañía no era fácil...

Después del pequeño incidente con mi padre, fui al garaje y saqué el carro, tenía el tiempo suficiente para llegar a la Universidad. Al llegar busqué un lugar donde parquear, me dirigí rápidamente a mi primera clase, nada más ni nada menos que Derecho Constitucional, en si no era la materia porque todo aquello me gustaba, el problema estaba en el profesor que la daba, a mi modo de ver era un señor demasiado mayor que aún no había superado su etapa de casanova pero bueno, al fin y al cabo era bueno en lo que hacía.

Tres horas después salí de esa clase, afortunadamente no tenía nada más para ese día, ya que la siguiente clase la habían cancelado por que la profesora salió de viaje por el mediterráneo, pobrecilla no pudo ir más cerca.

Mientras iba de regreso a casa, se me ocurrió pasar por la casa de Cata, desde el día en que fuimos a Apache y conocí a Martín no la veía, realmente ocho días sin ella eran mucho, después de andar casi pegadas desde su regreso; Catalina tenía pensado regresar en un mes a Italia, así que pensaba aprovecharla al máximo, pero primero le iba a dar una sorpresa, por eso es que pase a la pastelería que ella amaba y le pedí una Tartaleta con Crema Chantilly y Agraz, era la especialidad del lugar y por ende el favorito de Cata.

Cuando llegué a su casa y toqué el timbre, me la encontré de una manera tan poco favorecedora para su refinado estilo que a punto estuve estallar en risas, pero me contuve por aquello de la amistad —la encontré con su pijama de ositos panda, el cabello alborotado y su famosa mascarilla de avena, apenas si se le podían ver los ojos —pero aun en sus momentos de belleza la quería muchísimo.

— ¡Cata! ¿Cómo estás? Te traje una sorpresita, no tan grande como la de encontrarte así, pero aun así es grandecita. —Le dije mientras le daba un abrazo, ya que beso no le podía dar.

—Boba, estoy bien, gracias por la sorpresa, tú sabes que cuando avisas es mucho más fácil para que me encuentres bien arreglada, pero ya no importa, bienvenida.

—Gracias Cata ¿Qué te parece si te pones bien linda y salimos a almorzar, podemos aprovechar para hablar un poco de nosotras?

—Si, me parece bien, dame veinte minutos, ya sabes, estas en tu casa, puedes hacer lo que quieras, no me demoro.

Veinte minutos después, estábamos saliendo por la puerta de la casa de Catalina, decidimos ir al mismo hotel donde se encuentra Apache, el restaurante de ese hotel según me habían comentado era fantástico y de paso podíamos darnos un pequeño respiro de la cotidianidad de la vida.

—Buenas tardes, bienvenidas al restaurante Cien Gramos, en un momento les traigo la carta —nos atendió un mesero muy elegante, no tan guapo como el bar tender de Apache, pero aun así muy guapo, poco después nos entregó la carta, —les dejare la carta, en un momento regreso para recibirles sus pedidos.

—Gracias —respondimos al mismo tiempo.

Luego de unos minutos, regresó y nos recibió el pedido—: Yo quiero Pulpo parrillado con la ensalada que usted me recomiende —le dije mirándolo coquetamente.

—Yo quiero una hamburguesa de Falafel y nada más —le dijo Catalina.

—En un momento les traigo sus pedidos, antes de irme ¿desean que les traiga alguna bebida para acompañar sus platos?

Muy arriesgadamente le pedí que me trajera su recomendación y Cata hizo lo mismo, claro poco después que se fuera nos miramos y le dije—: Nena y ¿qué tal se equivoque el mesero?

—Cata, eso no va a pasar, se nota que son profesionales.

Tiempo después y contra todo pronóstico, terminamos nuestro almuerzo con una sonrisa en la cara y con la satisfacción de saber que si estaba delicioso y que ese mesero si tenía buen gusto; después de terminar empezamos a charlar sobre la vida de Cata.

—Catica, ¿conociste algún italianísimo guapo?

—Pues sí, conocí a alguien, es un ángel, sin lugar a duda te podría decir que es un Cristian Grey italiano, es buen mozo, elegante, tiene un buen trabajo y aunque tú me conoces y sé que ya te dije que solo andaba de fiesta, a él lo conocí en mi pasantía, es un abogado muy importante y me cae muy bien.

—No lo puedo creer, pero quien te oyera diría que ya andas más tragada de nuestro amigo el abogado. —Le dije sonriéndole pícaramente.

—La verdad me encanta demasiado, no lo puedo evitar, pero ¿sabes? Es mayor, aunque eso no importa, pero al parecer tiene o tuvo un rollo bastante raro y tú sabes que eso lo respeto y prefiero no meterme en algo complicado, tampoco voy por lo primero que se me aparezca. Lo único que te digo es que el italiano es un hombre bastante guapo.

—Esto es algo muy nuevo en ti, pero déjale todo al tiempo.

—Eso es verdad, que pase lo que tenga que pasar, así lo vea y me quede muda —dijo esto y soltó la carcajada—. Ahora mejor cuéntame acerca tuyo, ¿Qué ha pasado con nuestro amigo el del bar?

—¿Martín? —ella asintió invitándome a continuar—. Pues salimos hace unos días, tomamos café, me dio chocolates y me contó que tiene 27 años, es ingeniero de Petróleos y pues todavía no sé dónde vive, el tiempo se nos pasó rapidísimo y no quería llegar muy tarde, tenía clase temprano.

—Espera, ¿Por qué no me dijiste que habías salido con él? ¿Cuándo te invitó? —dijo rápidamente y abriendo mucho los ojos.

—Cata salimos el día después de conocerlo, en la tarde, fuimos al centro comercial, no fue gran cosa, pero fue muy amable, me cae bien.

—Igual te digo que vayas con calma, no sabemos nada de nuestro amigo y tú sabes que es mejor ir de a poquito, tú eres mi mejor amiga y sabes que a veces tengo delirios de mamá contigo.

—Gracias amiga, aunque andes lejos tú sabes que siempre confiare en ti.

—Me agrada un montón eso Lore, que te parece si mañana voy por ti a la universidad.

—Dale... ¿Vas en taxi?

—Noooo, Lore ya tengo mi licencia, así que tranquila, yo puedo.

—Bueeeeno, eso suena bien. —Dije haciendo un gesto que seguramente podía ser interpretado como de desconfianza.

Pagamos la cuenta y decidimos irnos para mi casa, ya que mi mamá había organizado una comida para la mamá de Cata, pues da la casualidad de que eran muy buenas amigas.

La historia de mi vida. #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora