- Chapter XI -

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Notó como la luz matutina le daba de lleno en la cara, despertándolo sin remedio. Odiaba cuando aquello pasaba, siempre cerraba las persianas ¿por qué diablos estaba ocurriendo...?

Abrió los ojos de repente y se incorporó como un resorte en la cama. Miró a un lado y a otro. Estaba solo en la habitación de Key. Los recuerdos del día anterior llegaron rápidos y fuertes, haciendo que cerrara los ojos mientras suspiraba. Se sentía estúpido. Era estúpido.

Con la llegada de Key a la mansión habían pasado muchísimas cosas que no quería plantearse por qué habían ocurrido. Y solo había pasado un día. Volvió a suspirar luchando entre si levantarse de la cama e ir hacia los establos para encarar a Key en su visita al pueblo o simplemente quedarse en casa.

No, no, no. No debía llamar casa a aquello. Quedarse en "la mansión Kim". Así era. No era su casa.

Salió de la cama con dificultad para dirigirse al vestidor donde en un taburete se encontraban varias prendas de vestir. Observó también las deportivas situadas justo debajo del taburete. Parecía que el pelinegro le había elegido la mejor ropa que tenía para montar.

Se vistió nervioso, temiendo que alguien entrara a aquel cuarto tan espacioso. Por suerte, no pasó y en menos de cinco minutos ya estaba bajando las escaleras hasta la cocina. Pidió a una de las cocineras un vaso de café y algunas galletas que pudiera comer rápidamente.

A una velocidad que se negaba a admitir más rápida de lo usual, JongHyun avanzó hasta los establos de la mansión. El lugar estaba mucho más vacío que la última vez y cuando entró, Key ya tenía a sus dos hermosos caballos listos para montar.

— Deberías haberme despertado —le recriminó el rubio—. Podría haber sido de ayuda...

Key suspiró a sabiendas de como era aquel hombre. Definitivamente había veces en las que sentía que JongHyun era simplemente demasiado exasperante.

— ¿Te acuerdas de como se monta, no? —inquirió ignorando lo que había dicho el rubio.

— Sí.

El pelinegro asintió y le pasó las riendas de su caballo a su Protegido. JongHyun observó como Key se montó con aquella agilidad que poseía y él procedió a hacer lo mismo. Se sentó en la montura, algo incómodo de nuevo por la altura, y siguió al semental del pelinegro que ya empezaba a sacarle unos cinco metros de ventaja.

El viaje fue incómodo y silencioso. Parecía que Key tenía las mismas ganas que JongHyun de hablar del día anterior.

— ¿Qué vamos a comprar en el pueblo? —quiso saber el rubio.

— Prendas de montar y libros... también tintes, los necesitarás —comentó pensativo.

JongHyun se esforzó en ocultar la sonrisa al saber que aquella excursión era completamente para él.

El viaje continuó en silencio pese a todas las preguntas que rondaban por la cabeza de JongHyun. No sabía como debía actuar con Key delante de los pueblerinos. ¿Ellos conocían exactamente que era Key? ¿O hasta que punto? ¿Sabían qué era él para Key? Se sentía perdido, como cuando no conocía siquiera a Key nada más llegar.

Llegaron después de una hora de camino a lo que el pelinegro llamó "Maeul", uno de los pueblos más cercanos a las casas de las familias. El lugar estaba bastante lleno y perfectamente podrían vivir allí unas mil o dos mil personas. Todas las casas estaban hechas de madera y los comercios que se apreciaban aquí y allí eran tradicionales. Maeul tenía cierto encanto que enamoró a JongHyun. Su sencillez era cautivadora.

Pero si había algo que le sorprendiera allí era la gente. Todos, absolutamente todos los que se encontraban en la calle paseando o trabajando se giraban a mirar a Key, y posteriormente a él. Sus ojos brillaban con curiosidad más que nada, aunque algunos si parecían esconder algo de temor por el vampiro. El pelinegro lo ignoró absolutamente y simplemente guió a JongHyun hasta una especie de establo para dejar los caballos.

Despertar una nevada medianoche 【 JongKey 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora