- Chapter XXV -

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JongHyun bajó las escaleras de la mansión al trote, pensando en los planes que tenía aquella mañana. Era catorce de febrero, supuestamente un día en el que los enamorados se regalaban cosas y disfrutaban de un tiempo juntos, sin embargo, aquel no era su caso.

Los días después de visitar su pueblo natal habían pasado como siempre: no habían problemas ni enfados entre ellos, KiBum solía estar trabajando gran parte del día y JongHyun había cogido el hábito de comenzar a escribir, su nuevo pasatiempo favorito. Todo era casual, se besaban siempre que podían, por la noche dormían después de unas horas de fiesta entre ellos. Ahora cazaban más bien poco, la mayoría de sangre era donada en botellas por sus trabajadores.

JongHyun era feliz ignorando todas las dudas que siempre le asaltaban, quien lo diría.

Se sentía dependiente de KiBum, como si su vida sin él no tuviera sentido, pero le tranquilizaba saber que su amante estaba en una situación similar. La noche anterior había pensado que tal vez ellos deberían pasear juntos de manera casual, nada excesivamente romántico pero hacer algo para celebrar la fecha. El protegido suspiró al recordar como KiBum lo rechazó, resultó que aquel mismo día iban a venir los Señores de las familias japonesas para hablar del caso de JongHyun, ya que técnicamente él era el heredero Choi, pero un protegido de una familia no podía ser Señor de otra.

Fuera la razón que fuese, aquella visita diplomática ocupó el día de los dos Señores coreanos, su querido KiBum obviamente incluido.

El rubio tuvo que reordenar los planes, sacar tiempo el quince de febrero para que al menos tuvieran unas horas juntos al día siguiente. Y ahora, JongHyun contaba con un día a solas completamente libre. Podría pasear por la nieve o ponerse a leer algo, así que, aún con pesadez en su corazón por el rechazo, anduvo por los pasillos de la mansión hasta llegar a la cocina. Cogió una manzana del cuenco de frutas y empezó a darle bocados mientras sus pensamientos se trasladaban hacia la imagen de KiBum.

Su amante era el principal protagonista de sus pensamientos a todas horas. Veía el pelo oscuro, desordenado por estar medio dormido, los ojos de KiBum semi abiertos y la sonrisa que se extendía en sus facciones luego de darse cuenta de que JongHyun lo observaba despertar como si fuera la imagen más perfecta.

— Señor JongHyun —una voz a su espalda rompió el recuerdo y el protegido observó con una expresión neutra al criado. Su frialdad con los humanos aumentaba cada vez que pasaba más tiempo con KiBum.

— ¿Qué? —instigó cortante.

— Hay visitas, señor.

— Dígales que Key no se encuentra en casa, que vayan a la mansión Lee. Onew y él los esperan allí —resolvió rápidamente.

— No son los Señores japoneses —aquellas palabras hicieron que JongHyun se detuviera y sus ojos observaron con poderío al criado humano, que se revolvió nervioso. El sonriente protegido que siempre contradecía a su Señor hacía tiempo que se había fugado, ahora todos eran conscientes de que desde la vuelta de ambos de su viaje, JongHyun era otro vampiro de Gyeoul al que debían temer y obedecer.

— ¿Quiénes son? —susurró con advertencia, como si el criado fuera culpable de que unas personas se hubieran presentado en la puerta.

— Choi MinHo y Lee TaeMin, señor.

Dicho aquello, el protegido ignoró al humano y salió de la cocina a paso rápido y pesado. Molesto. No había invitado a esos dos, que se presentaran en su casa de la nada podría provocarle problemas con KiBum o peor, con JinKi. En aquellos momentos vivía muy feliz sabiendo gran parte de la verdad, quería averiguar todo pero no tan pronto. Su relación de confianza con el pelinegro era un delicado y fino hilo que no deseaba romper, no ahora. Su adicción al vampiro no era algo sano y aún siendo consciente de ello no estaba dispuesto a alejarse.

Despertar una nevada medianoche 【 JongKey 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora