- Chapter XIV -

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Despertó sólo siendo conocedor de que aquel día era dieciséis de enero. Respecto a la hora, solo pudo guiarse por el ya alto y brillante sol que iluminaba toda la estancia. Y pese a la calidez de colores blanquecinos y marrones que inundaba toda la gran sala, JongHyun tuvo serios problemas para decidirse a salir de entre los edredones. Tampoco era como si tuviera algo mejor que hacer pero bueno, pese a su nada planeado horario, se levantó.

Sonrió a la nada, sintiéndose descansado. Se esforzaba por no recordar su nefasto día anterior. Aquellas horas eran para él, sólo JongHyun con la soledad. Sonrió. Después de pasar casi un mes con criados siguiéndole por todas partes, aquel silencio sin ojos curiosos sobre él era magnífico. Se notaba más liviano y ligero, su enfado había desaparecido.

Su tripa rugiendo fue algo inoportuna.

Suspiró sabiendo que lo más seguro era que no probara bocado en un par de días como mínimo. Se duchó y arregló con las escasa ropa que tenía en aquella habitación y pese a sus intentos de hacerlo todo con tranquilidad y lentamente, al acabar eran solo las doce del medio día.

Dios. Iba a aburrirse muchísimo.

Pero la suerte estaba de su lado. Cerca ya de las dos, cuando ya había curioseado toda la ropa de Key, sus productos de baño y estaba entreteniéndose con el despacho, encontró un par de bolsas que le eran conocidas. Los libros que había comprado con el pelinegro estaban todos allí, metidos en una bolsa de papel marrón apoyada en las estanterías de la infinita cantidad de libros en inglés de Key. Fue como ver un ángel.

El resto de la tarde pasó bastante rápido. Una vez acostumbrado al sentimiento del hambre, su estómago dejaba de rugir a cada segundo. Los libros eran realmente entretenidos y consiguieron cautivarle lo suficiente para que el primer día en su autoencarcelamiento no fuera bastante mal. Nadie se atrevió a hablarle desde la puerta del piso tres y, sinceramente, JongHyun agradeció aquello.

El diecisiete de enero se volvió su segundo día en la habitación. La rutina de levantarse tarde y arreglarse se mantuvo igual. Tampoco lo estaba pasando tan mal como se imaginaba. Justo después de ducharse con la única función de matar tiempo, se miró al espejo del baño. Estaba más pálido por la falta de comida y su abdomen se sentía vacío pese a haber dejado de sentir la sensación de hambre.

De repente, sintió algo de mareo y se sujetó a la pila para evitar caer, sus piernas cada vez estaban más débiles.

- ¿Te referías a esto, Key? -se preguntó a si mismo en el espejo, como un loco.

Se intentaba tranquilizar con el pensamiento de que aquello solo era un síntoma usual por la falta de alimentos y no tenía nada que ver con las dichosas drogas o vitaminas o lo que fueran. Cansado, se sentó un momento en el suelo del baño. Aquello era también normal, sabía -seguramente lo había leído en su vida pre-Gyeoul- que ducharte te bajaba la tensión. Claro, él no había comido desde hacía horas y aquello solo era un pequeño efecto secundario.

Poco a poco, sin importarle el malgasto de tiempo porque aquello era justamente lo que más le sobraba, se arrastró hasta el vestidor. Jamás había creído que la habitación era demasiado grande hasta aquel momento. Sentía que su ropa estaba endemoniadamente lejos. Ni siquiera era capaz de saber todo el tiempo que había gastado en llegar a su cajonera y ponerse el pijama que vio primero.

- ¡Joder! ¿¡Por qué tiré el que llevaba puesto en el conducto de lavado!? ¡Podría haberme puesto ese en el baño y volver a la cama!

Y aunque aquello pretendía ser un grito, solo fue un susurro cansado.

Ya vestido, más agotado y probablemente rozando las tres de la tarde, JongHyun consiguió alcanzar la cómoda cama de matrimonio. Enfocar la mirada en las letras de su libro se convirtió en misión imposible, así que derrotado, solo se tiró completamente en la cama. Estaba realmente sin energía, hecho que probablemente también se debiera a su falta de alimento.

Despertar una nevada medianoche 【 JongKey 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora