- Chapter XXVI -

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JongHyun escuchó los pasos entrando a la habitación. Poderosos pero ligeros, decididos. Era la manera usual en la que KiBum avanzaba, directo sin importarle que estaba pisando. Incluso tumbado en la cama matrimonial, sin llegar a hacerse el dormido pero tampoco interesado en que su amante descubriera rápidamente que aún se mantenía con los ojos bien abiertos, el protegido sabía como era KiBum sólo por aquellos suaves sonidos.

Escuchó atentamente como encendía una lámpara del baño para cambiarse allí y así no despertar a JongHyun. Supuestamente. Aquel gesto repercutió de mala manera en el corazón enfadado del rubio. Sintió el dolor de la traición, el cariño del amor y el fuego del enfado a la vez, una combinación peligrosa que le nublaba los sentidos. Y aún con eso, JongHyun permaneció en silencio, tumbado de lateral en la cama dando la espalda a la habitación mientras sus ojos deambulaban por la noche que se filtraba por la ventana.

Sus oídos captaron exactamente el sonido de la piel pálida de KiBum mientras este deslizaba su pijama de seda por su cuerpo. Conocía cada pequeño sonido que su amante podía hacer y aún así, JongHyun no sabía nada en absoluto de su compañero. Cada vez que lo veía, su corazón bombeaba más rápido y se le secaba la boca, sintiéndose necesitado de un beso. Estaba locamente enamorado, como dijo MinHo, JongHyun era un perro que seguía a su amo.

Se había rendido hacía mucho, incapaz de detener aquella marea de sentimientos que lo penetraban cuando pensaba en KiBum.

Jamás se había planteado demasiado por qué lo amaba de aquella manera, siempre creyó que pensar aquellas cosas era una total pérdida de tiempo. Pero en aquellos momentos las dudas lo asaltaban, ¿no era tal vez que estaba demasiado intoxicado de Kim KiBum?

Su idea era pensarlo en aquel entonces, esperando a que el pelinegro volviera de la reunión en la mansión Lee. Pero no había logrado llegar a alguna respuesta satisfactoria.

- Dios, Jjong... me has asustado -habló suavemente KiBum después de acercarse al lado de su amante para arroparle correctamente y encontrarse con su par de ojos abiertos y afilados- ¿Me estabas esperando?

- Sí -admitió, aunque no sabía muy bien si debía empezar a discutir o besarle aquel par de sugerentes labios cautivadores.

KiBum sonrió, ajeno a todo. Había vuelto a su casa de madrugada, el protegido tenía claro que los criados no le habían informado de las visitas ya que el pelinegro estaría cansado y muy irascible.

La imagen ante los ojos de JongHyun era su favorita: KiBum. Pelo meticulosamente peinado incluso a aquellas horas, pijama elegante y que suavizaba sus delgadas proporciones y aquella expresión feliz incluso con los ojos delatando su agotamiento. Sentía que volvía a enamorarse una y otra vez, aquello le rompió el corazón. Incluso en la penumbra de la luna nueva, la suave luz del baño junto a la desarrollada visión vampírica de ambos permitía que los dos contemplaran perfectamente los rasgos del otro.

KiBum se acercó a JongHyun y le plantó un suave beso en los labios, un gesto lleno hasta los bordes de un amor que muchos considerarían demasiado doloroso. El pelinegro no era consciente de todo lo que ocurría en la mente de su protegido y el rubio sabía que jamás podría rechazar un beso de KiBum, especialmente uno como aquel.

- Jjong, ¿ocurre algo? -preguntó al notar un par de lágrimas resbalar por sus mejillas.

Se sentía extremadamente afectado, su adicción a KiBum rozando los límites de la cordura. Cada pequeño gesto le hacía sentir débil y de poco valor, como si cada vez que él le engañó fue por su culpa. Su culpa de no ser lo suficiente confiable para KiBum, su culpa de no ser suficiente fuerte según KiBum, su culpa de no recordar nada.

- ¿Jjong? -volvió a preguntar con su voz tiñéndose de desesperación.

- Lo siento -respondió sinceramente.

Despertar una nevada medianoche 【 JongKey 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora