Capítulo I

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No hace mucho entre en coma. He estado escuchando día tras día, noche tras noche, lo que el doctor decía. Nunca solían ser noticias ni del todo malas ni del todo buenas. No había muchas esperanzas de que volviera a ser la niña que era. Los lloros de mi madre siempre me acompañaban cada noche, las charlas de mi padre me arropaban durante la larga mañana, e incluso alguna que otra tarde mi hermana se acercaba a enseñarme algún que otro progreso en su enseñanza. Desde ese día, me di cuenta de lo unida que estaba mi familia. ¿Y si volviese a despertar todo volvería a cambiar? Miles de preguntas rondaban al ras de mi cabeza, mil y un de pensamientos invadían mi subconsciente, todo era tan importante para mí, que veía absurdo que alguien lo entendiese.

Pasaron segundos, minutos, horas, días e incluso semanas, el médico día tras día me hacía una prueba distinta, ninguna especificaba el porqué de mi repentino coma. Quisieron desconectarme, todos sabían que era imposible recuperarme, habían perdido todas las esperanzas que en el hospital les dijeron. Ese 35% de vida de recuperarme iba bajando más y más. 

Tarde tras tarde, seguía oyendo el murmullo de mi familia, de los pocos que se dignaron a visitarme. Alguno buscaba alguna medida, pero no había ninguna solución. Mi madre se acerco a mi cama, y me dijo: sé que es muy duro por lo que estas pasando, sé que no estás bien, sé que nunca has tenido una vida fácil, pero en estos momentos es cuando más te necesitamos. Puede que ya estés en el cielo o tal vez de camino o sigas entre nosotros, pero antes de irte solo quiero decirte que te he querido aunque nunca me hubieses dado esos besos que te pedía, esos abrazos que te robaba e incluso esas lágrimas que se te caían e intentabas hacerte la dura para no preocupar a tu familia. Mi madre se retiró, me dio un beso y la habitación se quedo vacía.

Puede que yo siguiese en coma pero aquellas palabras las había escuchado como si estuviese a su lado. Llegó el día en el que dieron por válido el desenchufarme. Había acabado mi recorrido en vida. Me pude ver en tantas situaciones violentas, que me avergonzaba, en alguna que otras que me agradaban, pero sobretodo me vi en una, en esa que crees que nunca llegaría. Me observe mientras dormía y luego salí volando. Mi hora había llegado pero no tenía porque dejar todo atrás, podía seguir con la gente a la que aprecio desde la distancia y así lo hice. Aprendí a vivir aunque estuviese lejos, a pesar de todo era la persona más viva que había.

Un último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora