Capítulo V

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Miré de un lado a otro, no sabía porque no podía atravesar la luz.

Mi cuerpo blanquecino y espiritual se iba desvaneciendo, no podía desaparecer sin cruzar hacia el otro lado. ¿Qué era lo que me lo impedía?

Me estuve mirando si tenía algo encadenado... En el cuello solo lucía aquellos collares de fiestas con las que me enterraron, en los brazos apenas tenía pulseras, solo me quedaba una goma de pelo rosa con la que ataba mi alborotada melena. Que yo supiera no había ningún sitio más al que me pudieran engancharme algo.

Decidí olvidarme del tema, pero apenas podía caminar. Me miré los tobillos en el izquierdo no había nada, pero del derecho, colgaba una larga cadena con varias bolas de metal cada una de un peso distinto. Intenté quitarme esa horrible y pesada cadena, pero era imposible... ¿Qué debía hacer?

Ningún alma con las que me encontraba sabía cómo quitarlas. Me estaba desesperando, pero aún así intente relajarme, tenía tiempo para cruzar al otro lado.

Un último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora