Capítulo XX. Final.

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Y al fin, al fin estaba dentro ya sabía que era lo que tenía que hacer. Tenía que buscarle, tenía que darle las gracias por todo ese tiempo a mi lado, él no tenía la culpa de nada, al revés era el causante de todas esas sonrisas de tonta que me salían, de todas esas risas que compartíamos él había sido mi mejor compañía. Y mi muerte le había afectado mucho, no había manera humana de hablar con el así que mediante un sueño nos podríamos cruzar.

¿Pero como cruzármelo?

Recordé donde vivía y sí, ambos vivíamos en el condado de Orange, así que me dirigí hacia allí. Calle a la izquierda, rotonda a la derecha paso de cebra… ¿dios mío habían cambiado todo? ¿O acaso no me acordaba de donde vivía?

Y en efecto me di cuenta de que habían cambiado ya no había un alcalde se vivía bajo la mano de un presidente, bajo su dictadura. ¿Qué tipo de broma era esta? Pase un poco del tema tenía que encontrar mi casa ya que habían cambiado por casualidad  hasta el nombre de las calles, condados e incluso del parque en el que había pasado toda mi infancia.

Me estaba empezando a poner nerviosa, pero bueno era cosa de calmarse ya que nadie me podía ver… no me iba a esforzar en gritar. Me quede pensativa ¿enserio todo esto está pasando en un mismo sueño? Y en efecto el sueño en el que entre no era un sueño sino una realidad, me había trasladado al mundo real solo para intentar alcanzar aquella luz que me perseguía  desde hace ya unos cuantos años.

-Maldita cuidad. Me dije

Comencé a tener un dialogo interno con mi yo, ya que nadie podía oírme iba a aprovechar para soltar todo lo que tenia acumulado. Pero me di cuenta de que  igual era mejor comenzar por escribir la carta a Z, ya que mi despedida debía ser rápida y aparte nunca fui de palabras directas, sino de textos con letras.

Me dije a mi misma… ¿Cómo podré empezar a agradecerle todos los momentos a mi lado cuando nadie me veía?

Quise presentarme en su casa, pero tampoco quería que se muriese del susto al ver un espectro. Me puse a pensar y decidí escribirle una carta de despedida aunque ya estuviese muerta, aún así era una despedida para mí, la luz me esperaba al otro lado no podía detenerme.

Me senté en aquel parque en el que solía pasar las tardes con él, observando pájaros, descifrando nubes, cortando margaritas para predecir nuestro amor… Ese era uno de los lugares más preciados que tenia de mi pequeña ciudad.

Comencé a escribir en una de las finas y húmedas hojas que caían desde lo alto de los grandes árboles.  Mi mente empezó a pensar a imaginarse todo lo posible, al fin las palabras salían solas.

Quise volver a leer la carta entera, me había quedado bastante bien para la poca imaginación que niñas como yo solíamos tener, sin pensarlo dos veces la pase a limpio con mi pluma de la suerte y una hoja vieja de color blanco un poco desgastada.

El sol iba desapareciendo, no me quedaba mucho más tiempo para escribir, tenía que buscar a Z, entregarle la carta que esté la leyera y cruzar la maldita y estúpida luz.

Cada vez se iba haciendo mayor la sombra del árbol el sol estaba cayendo, a priori, fui lo más rápido que mi alma podía ir. Al fin, allí estaba, pero no estaba solo…

Mis celos empezaron a crecer… ¿Quién es esa zorra? – Me dije

¿Es que acaso cuando una persona muere se lo olvida así de fácil?

¿Quién es?

¿Qué hace con él?... Mis celos aumentaban, mi corazón empezaba a desvanecerse… igual no fui tan importante para él como yo creía…

El caso es que debía dejarle en paz entregar esa estúpida carta y olvidarme de que algún día forme parte de su vida…

Ahhhhhhhhh. No puedo más. ¿Qué hay que hacer para no sentir dolor? –Grité.

Calla chica tonta no ves que nadie te ve, que nadie te oye estás sola, entrega la estúpida carta de despedida y vámonos. –Me dijo mi subconsciente.

Intente olvidarme de aquella escena, me colé en su casa, y deje la carta. Me iba a ir cuando alguien empezó a subir las ruidosas escaleras de su casa, me escondí. Era él… ¿Qué coño se sé había olvidado? –Susurre

Se sentó en su cama, comenzó a llorar… Eh… ¿Qué te pasa? –Le preguntó la chica que iba con ella.

Nada. Ve bajando que tengo que coger una cosa. –Le respondió.

-Estate bien ¿vale? –Le dijo animándole.

-Lo intentaré. –Le respondió sonriendo.

Esta se marchó y seguidamente, Z, vio mi carta… ¿Qué es esto? –Se dijo a sí mismo

Abrió la carta y comenzó a leerla…

Hola Z,

 Sí, soy yo. Sé que te preguntarás como ha llegado está carta hasta aquí. Y la respuesta es simple, nunca me fui. He permanecido entre vosotros con mi alma ya que tenía que limpiar algunas deudas que me impedían  pasar a la luz.

También te estarás quedando ojo platico al tener noticias mías después de ya unos 5 años de mi muerte ¿no? Bueno…

Espero que no sea muy tarde pero necesitaba decirte todas aquellas cosas que en vida no tuve tiempo de decirte, ya que nuestra amistad empezó bastante tarde, aunque empezase tarde, eso no quita el peso de todo lo que has influido en mi pequeña vida. Así que no se, quería darte las gracias por ser la única persona que me veía cuando los demás me dejaban de lado, el único chico al que le he importado sabiendo cómo era yo realmente…

Parecerá una tontería todo esto que te escribo, pero no lo es. Me salé todo del lugar ese al que llaman corazón y quería decirte todo esto por muy cursi o raro que parezca…

Desde ese 7 de septiembre que te conocí mi vida cambio, mi corazón iba más rápido, sentía mariposas en el estomago, de estas que piensa puf… Que asco es amor. Y aunque fueses mi único y mejor amigo, y aunque yo no siga con vosotros, quiero decirte que te quiero y que siempre lo he hecho.

Siempre tuya.

La carta terminaba así, sus ojos se volvieron rojos de las lágrimas que desprendía… se giro hacia atrás pero no me vio…

Yo ya estaba desapareciendo…

El alma que me había acompañado durante todo mi trayecto, me abrazó y me dijo: Te lo has ganado, ya puedes cruzar al otro lado.

No quiero. –Le repliqué. Pero sé que lo tengo que hacer. Gracias por todo.

Y si, vi la luz. Me dirigí hacia ella y desaparecí.

 Por muy viva que yo quisiera permanecer mi hora había llegado.


Un último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora