Un último adiós

Capítulo III

Continué observando cómo día tras día y noche tras noche sus vidas pasaban, al igual que la mía.

La diferencia era que ellos se volvían mayores, perdían todo lo que querían e incluso lo pasaban mal, en cambio yo mantenía la viva imagen con la que desaparecí un día, eso es con lo único que me quedaba. 

Me aburría de ver lo bien que estaban sin mí. Decidí irme, ahora podía ver todo lo que quisiese, el dinero no era un problema, estaba muerta.

Podía ir a cualquier lugar, a cualquier continente y sobre todo a explorar si en otros sitios había vida extraterrestre. Pero antes de hacerlo debía recapacitar, consultarlo, pero nadie podía oírme, estaba sola. Decidí quedarme. Creí que si me iba ellos ganarían, no estaba dispuesta a que se olvidaran de mí tan fácilmente.

Podía ser su peor pesadilla, pero no quería causar problemas. Me aferre a ellos, les estaría vigilando e intentando un sola y única cosa. Sí yo no fui feliz, ¿ellos deberían ser lo? Estaba dispuesta a vengarme, de una manera u otra la mayoría de ellos deseaban mi muerte y lo consiguieron. Me prometí acabar con ellos, como ellos hicieron conmigo.

Intenté auto convencerme de que vengarse no era la forma correcta.

Me quedé pensando en todas las cosas buenas que hicieron por mí, en todos aquellos momentos que viví al lado de cada uno, veía inútil el hacerles daño. Sí, por dentro tenía ganas de vengarme. Pero algo en mi interior me decía: "déjales, solo intentan empezar de 0". 

Las voces que estaban en mi cabeza ya no me hablaban, me gritaban se volvían en contra de mí, me intentaban llevar por el camino que ellas querían, aunque en el fondo ellas fuesen las que más sufrían y las que me protegían. Siempre estuvieron ahí y nunca les hice caso. Desde ese mismo instante comencé ha hablarme con ellas e intenté buscar soluciones sin recurrir a la violencia.

Y así lo hice.