Capítulo VII

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Empecé a buscar respuestas, pero necesitaba lugares dónde hallarlas.

Atravesé mil y un puertas en busca de aquella alma, era la única que sabia como liberarme de esta terrible carga. Necesitaba saber más sobre aquellas cadenas y en efecto necesitaba averiguar que era lo que había hecho mal para poder quitarme cada una de las pesadas bolas de mi tobillo.

Necesitaba liberarme. ¿Pero cómo? 

Cada puerta con la que me cruzaba, era distinta a la anterior. Estaban separadas por colores, figuras, tamaño e incluso a mano derecha se encontraban las puertas pares y a mano izquierda se encontraban las impares. Todo aquello era demasiado extraño para ser verdad, era un laberinto. Me preguntaba si en la salida me esperaría ella. El alma perdida.

¿Por dónde debería empezar? Había un centenar de puertas, no era nada fácil el empezar a buscar.

Decidí empezar por la puerta 1. Me decidí a entrar, mi mano tocaba el brillante picaporte que me llevaría directa al otro lado de la sala. 

¡Qué fácil es esto! Me dije convencida. 

Me extrañe al ver que no pasaba nada, en efecto fui a abrirla y estaba cerrada. ¿Cómo pude ser tan tonta? 

Estuve durante más de media hora intentado averiguar cómo abrirla. Mira que estaba ciega, las puertas se abren con llave. ¡Eso era lo que  pasaba!. Dónde estaría esa llave...

Observe durante unos minutos más la estructura de la puerta, fijándome sobre todo en lo que era la pequeña cerradura. A pesar de los años que la puerta aparentaba, creí que la llave debería estar oxidada. En efecto allí se encontraba. La cogí. Me disponía a abrir lo que iba a ser la primera puerta a la búsqueda del alma desaparecida.

Un último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora