Capítulo XIX

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Me acomode en una de las pequeñas camas que me ayudarían a dormir, nunca había tenido un sueño lo bastante profundo y sabía que iba a seguir igual. Así que el cambiar de ambiente era lo mejor que podía hacer. 

Daba vueltas y vueltas, el sueño seguía sin entrarme...

Me pase por los distintos rincones de la sala en la que mi cama se encontraba. Supuse que si tumbada no dormía tendría que ver algo que me cansase tanto que acabaría harta. ¿Pero el que?

Nada oye, ni un televisor, ni un móvil... nada con lo que distraer mi vista para quedarme dormida.

En la pared de la izquierda había un pequeño armario de madera cargado de libros, por su estado supe que eran demasiado viejos, e incluso algunos había que soplar para quitar el polvo del título, es decir un auténtico desastre. Continúe hurgando en la estantería cada uno era más viejo al anterior podría decirse que tenían aproximadamente más de cientos de años e incluso miles.

No me deje llevar por la portada ni por el color de ninguno de ellos, sino por el grosor y lo arrugado que estaban. Si tan usado estaba, es que era el libro adecuado para ayudarme.

Sople para intentar ver el  título de aquel libro. Poco a poco se iba destapando. El título lo decía todo: "Manual de sueños". Nunca había visto libro parecido.

-¿Me ayudaría a juntarme con él? Me pregunte

Había que despedirse y mientras las horas pasaban todo se hacía más complicado.  Comencé a leer para poder descubrir cómo comunicarme pero nada, todo era inútil. Las letras de aquel libro eran demasiado pequeñas,  algunas estaban borrosas, la tinta del bolígrafo con la que se  escribió estaba bastante corrida y no era muy bueno el estado en el que se  encontraba. Pero bueno era a lo que me tenía que adaptar. Un libro así no se encuentra en cualquier sitio.

Comencé a leer capítulo tras capítulo. Al comenzar solo hacían una breve introducción sobre que eran los sueños,  cuantos tipos de sueños había y como se llamaban los sueños en los que te juntas con alguien. Todo parecía bastante interesante.

Cogí uno de los rotuladores de la mesilla que había junto cama y subraye con amarillo lo que veía importante. La lectura me estaba ayudando. Era como si estuviese estudiando, cosa que nunca había hecho, todo era demasiado extraño.

Continuaba leyendo esperando que el sueño llegase. Y nada oye seguía despierta hasta que me centre tanto que mis ojos se cerraron. Entré en un mundo paralelo, otro mundo pero parecido a mi casa. Sí, con las mismas personas y estaba él, había llegado la hora de hablar había que despedirse, la luz me esperaba.

Un último adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora