Cuando me quise dar cuenta, todos se habían olvidado de mí.
Aunque pocos todavía se dignaban a pasar por delante de aquella pálida lápida en la que ponía:" Aquí yace la alegría que un día nos trajeron".
Aquel cementerio, donde me tenían cada día era más frío, las flores se marchitaban, las personas eran sacadas de sus tumbas y sabía que al igual que ellas, yo un día desaparecería.
No tardaron mucho en saber que ya nadie me visitaba, mandaron sacar mi cuerpo, pero mi alma seguía vagando hasta encontrar la luz de camino a casa.
Quise saber cómo les iba a mis familiares y amigos en su nueva vida, en esa vida en la que yo no aparecía.
Tan pronto como fui, me di cuenta de que me remplazaron. Mis padres adoptaron una niña. ¿Casualidad que le pusieran el mismo nombre que a mí? No lo creo. Mi hermana hizo amigos, cuando antes solo se aferraba a mis padres, ya era una adolescente a la que no se le podía controlar. Mis amigos, esos a los que yo llamaba "amigos", seguían destrozados. Pero no tardaron en olvidarme, en sus vidas yo solo era más que un vano recuerdo, un recuerdo que tarde o temprano añorarían.
Sólo habían pasado 4 escasos meses desde mi repentina muerte, todos vivían sin ninguna preocupación. ¿Acaso solo fui un simple estorbo? Puede que hubiese abandonado mi cuerpo, pero en mi alma, el alma vagante y pasajera seguía sintiendo como si estuviese viva. Sentía cada insulto, cada arañazo, cada fatiga, cada sufrimiento. Pero ya era tarde, nadie me veía. Seguía sufriendo aunque en mi estado físico eso ya no se notará. Seguía siendo la persona sin cuerpo con más sentimientos que quedaba.
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Un último adiós
ParanormalUn" supuesto" coma acabó con su vida, pero sus esperanzas de vivir seguían siendo infinitas. Su única manera de seguir era cruzando la luz, pero no todo es tan fácil como en los cuentos de hadas. Me gustaría dedicar este libro a ella IVRS.