Arrastrándose en la piel
El día acababa de comenzar y él ya se sentía increíblemente cansado y hastiado. Y eso que aún le que quedaba toda una jornada por delante; una increíblemente agotadora que lo ponía enfermo.
Araghii miró las marcas que aquel maldito cachivache le estaba produciendo y prácticamente mutilándole los antebrazos. ¿Quién le había llamado a aceptar la proposición del General Rojo para encargarse, juntamente con sus hombres, del traslado de los dragones mecánicos? Soy un bocazas – se recriminaba una y otra vez.
De tanto querer ser útil se iba a quedar completamente inútil.
“Menudo chiste más malo.”
El contrabandista se puso de espaldas contra las mantas que le hacían de cama en la tienda que compartía con sus hombres y estirazó los dedos de los pies antes de decidirse a levantarse.
Vestido solamente con un nuevo par de cazones – cortesía de algunos activistas – se alejó de las mantas y fue a lavarse la cara, las axilas y el pecho antes de salir fuera de la tienda y respirar el aire matinal cargado de rocío. A pesar de ser una hora tan temprana, en el campamento ya había una ligera actividad y muchas mujeres salían de las tiendas para preparar el desayuno, hacer una colada rápida, atender a los niños y preparar la nueva jornada hacia Mazeks.
Entrando de nuevo en la tienda, Araghii vio como sus hombres, iban despertándose cada cual a su ritmo. Mientras se agachaba para tomar su chaleco, vio a Pólvora incorporarse y bostezar, a Zorro preparando los útiles para afeitarse y a Sanguijuela lavándose en la palangana antes de rociarse con agua perfumada. Por su parte, Cascabel, Tocino, Carroñero y Mochuelo seguían profundamente dormidos.
Suspirando y atándose las botas, el jefe contrabandista comenzó a despertar a los holgazanes de turno, propinándoles patadas en las costillas, salvo a Mochuelo.
- - ¡Arriba, perros! ¡Tenemos una jornada nueva por delante!
A causa de la fuerte patada y el griterío de Araghii, Cascabel, Tocino y Carroñero dieron un gran bote encima de sus mantas mientras maldecían y se quejaban por la forma tan violenta de su jefe para despertar a unos pobres contrabandistas cansados y agotados.
- - ¿Qué cansados y qué ocho cuartos? ¡Arriba ya!
Riendo con disimulo, su segundo esperó a que Zorro se aseara para coger el testigo mientras los holgazanes rechistaban entre dientes y Araghii les miraba desde las alturas por el simple hecho de estar de pie y los otros sentados.
Convencido de que aquellos dormilones habían captado su orden y se preparaban para lavarse y vestirse, Araghii se acercó al joven Mochuelo que miraba a sus compañeros con su rostro poco agraciado demasiado ojeroso incluso para él.
- - ¿Cómo te encuentras hoy, muchacho?
El aludido le miró fijamente.
- Estoy bien, jefe. No sé por qué no puedo llevar yo el dragón – he hizo un mohín por tener que ir tras la espalda de Carroñero mientras Zerch se ocupaba del dragón que él creía con derecho de pilotar.
Araghii frunció las cejas.
- Eso lo dirá la sanadora. ¿Cómo va la tos? Creo que esta noche te he oído toser menos.
- - Ya te he dicho que estoy bien. No sé por qué te empeñas en que los sanadores pierdan su tiempo examinándome cuando estoy como un roble.
- - Creo que te has pasado de la raya, mochuelín – le dijo jocoso Cascabel mientras se recogía el pelo en una pequeña trenza -. Exactamente como un roble no estás, chicuelo. Aún te queda mucho para tener un cuerpo de mármol.
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Las guerras del Dragón (Historias de Nasak vol.3)
FantasyUna nueva guerra se avecina. Después de escaparse de su tío y recorrer el Señorío en busca de su destino, Kanian ha decidido luchar para salvar todo lo que ama y enfrentarse al rey Xeral, el tirano que se lo arrebató todo. Para ello cuenta con su am...