Mi vista se cubría por un velo negro, las fuerzas se me iban, lo ultimo que ví fue a Hanzo corriendo hasta mi, yo estiré mi brazo en busca de alcanzarlo, pero el tiempo se terminó.
Y desde ahí todo se oscureció.
Sabía que el lugar en donde me encontraba ahora, no era más que la realidad en mi mente, una muy profunda, cubierta por miedos que ni yo conocía, y no quería conocer.
Moira siempre había jugado en el papel de "apoyo" sin embargo, su inteligencia también servia en otras funciones, como por ejemplo, torturar, y nunca pude imaginar todo el dolor que es capaz de causarle a un hombre sin necesidad de herirlo físicamente, simplemente lo tomaba desprevenido y hacia que el individuo se atormentara a sí mismo con sus propias pesadillas, aterrador, pero eficiente.
Mientras tanto, yo me hundía en un mar biscoso color negro, que conforme recorría mi cuerpo, tomaba una consistencia más solida, al principio como tela, seda siendo más específico, luego como metal, y por ultimo, como cuchillas ardientes que traspasaban cada parte de mi cuerpo, me dolía, era insoportable, intenté gritar, pero al abrir la boca aunque sea un poco, me ahogaba a tal punto que mi cuerpo se sentía succionado por todo a mi alrededor, sentía como mis extremidades se separaban de mi cuerpo, volviendose fragmentos de cristal, que luego cortaban lo poco que quedaba de mi cabeza y pecho.
Mi sangre recorría los pedazos de carne que quedaban, y se mezclaban con las cuchillas que aún estaban rodeadas por fuego.
Ese sentir se desvaneció con el tiempo, ahora, no era capáz de percibir nada a mi altededor, ni a mi mismo, era un vació en el que literalmente ni yo existía, pero mi mente quería pensar que yo me encontraba ahí, y aunque yo sabía perfectamente de que solo era un engaño, la ilusión no desaparecía, odiaba todo esto, me frustraba, quería huír, pero no podía hacerlo.
De pronto, la oscuridad a mi alrededor se cubría por delgados y luminosos hilos blancos, cubiertos por destellos que cegaban, eran pequeños en un principio, luego iban creciendo progresivamente, su luz me mostraba de a poco mi cuerpo, no era solido, toda su forma y consistencia no eran más que particulas de polvo.
Entré en pánico, esa sensación, el no estar en ningún plano, el estar atrapado en un limbo que yo mismo había creado en mi mente, me aterraba.
No importa cuanto luchase, las imagenes, las sensaciones, el brillo de las luces, nada se desvanecía. Sabía que nada era real, y lo repetía a cada segundo en busca de controlar mi subconsciente, sin embargo no pude, era imposible, no podía hacer nada contra mi mismo.
En medio de mi pesadilla, pude escuchar una risa, acompañada de eco, y unas palabras que no pude entender. El tono de la voz era distinto a cualquier otro que había escuchado antes, era escalofriante y profundo.
Avanzaba, la voz me estaba persiguiendo, no podía moverme, ni huir. Sentí como alguien respiraba a mi espalda, era frío, me daba escalofríos.
Sabía que sadría herido, y sin embargo mi voluntad no pudo ayudarme esta vez.
Sentí como mi estomago se abría, mi sangre escurría, y no tengo palabras para explicar el dolor que eso me causó, recordé el como me sentí al momento de que Doomfist me arrebató al brazo con un solo tiro.
El sentir la sangre escurriendo a montones solo incrementa el sufrimiento. Y no hay peor sensación que esa para saber que estas muriendo. Me metí en mis pesadillas tan al fondo que ya no era capáz de desifrar si de verdad todo esto era parte de mi mente o en verdad estaba sucediendo, Moira siempre fue brillante respecto a sus experimentos, no dudo que esto sea una máquina en la que estoy atrapado o algo así.
Cerré los ojos, esperando a que todo esto se terminará, pasó un buen rato, lleno de dolor y ardor por parte de la herida.
Cuando ese sentir se desvaneció de mi ser, me atreví a abrir los ojos, sin embargo me hubiera gustado no haberlo echo.
Me encontraba encerrado en un cristal, lo golpee con fuerza intentado que se rompiera y así poder salir, pero no lo logré.
Imagenes comenzaron a rodearme desde afuera del cristal, no podía verlas, solo quería cerrar los ojos, pero algo me detenía, algo me obligaba a verlas.
Mi gente, moría una vez más ante mis ojos, mi familia, mis amigos, todos y cada uno caían una vez más, justo como yo lo presencie en su momento, sentía su dolor, cada cuchillada, cada golpe, todo, y comprendí lo mucho que debíeron sufrir antes de morir, me culpaba por no haberme ido con ellos. Hasta que ví una imagen, que simplemente no pude soportar.
Hanzo estaba siendo acorralado por Talon, el estaba solo, y su arco estaba roto, no le quedaban más flechas. Estaba destinado a morir, sin embargo no fue así, ví como lentamente le arrancaban ambas piernas, no completamente, solo de la rodilla para abajo. Su dolor llegó hasta mi, es indescriptible.
Ahora que lo pienso el siempre usa una armadura en las piernas, de la rodilla para abajo... ¿Realmente será una armadura?
El cristal se rompio, y debajo de mi se abrío un agujero, haciendome caer en un pasillo repleto de rosas blancas, que conforme yo avanzaba, se cubrían más y más por gotas de sangre, se hacían rojas, y a mi se me acababa el oxígeno, necesitaba respirar, pero no podía.
Cerré los ojos y solo así pude tomar aire.
En esos pequeños momentos de tranquilidad, escuché una voz, era la de mi amado.
-¡McCree! - Gritaba insistente mi nombre, desesperado.
Me percaté de el escenario a mi alrededor, negro en su totalidad, solo estaba yo, en la completa oscuridad.
La voz de Hanzo seguia llamandome, y yo no dude en correr hasta ella. Yo seguia su sonido y avanzaba junto a ella, estoy seguro que el me sacaría de esta pesadilla.
Creo que me apresuré mucho al querer alcanzarlo.
Desperté, a mi lado estaba el arco de Hanzo, destrozado, frente a mi, Hana y Genji estaban estampados en paredes opuestas y Hanzo peleaba contra Moira, intentaba clavarle una flecha que sostenía en su mano, sin embargo no lo logró.
Me levanté, sin fuerzas, y corrí hasta Hanzo con revolver en mano.
En ese preciso momento, sangre salpicó mi rostro.
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Nieve (McHanzo)
FanfictionLa sangre se mezclaba lentamente con la nieve en el suelo, mientras el humo de mi tabaco cubría el cielo y tus brazos rodeaban mi cuerpo con dulzura y amargura.