La Mascota Del Vampiro

#10

Rodrigo.

No entiendo como es que a los cazadores se les ocurren las mas bizarras ocasiones para aparecer, pero dejándolos en su mundo el día no pudo iniciar de mejor forma.

-buenos días su majestad. (Dije a Vanesa en cuanto abrió los ojos.)

-buenos días. (Balbuceó enrollandose aun mas en las mantas.)

-yo me iré, es de mala suerte ver a la novia el día de la boda. (Dije y ella se carcajeo.)

-eso no es cierto, en la vida de un vampiro los días son todos mala suerte. (Sonreí al entender la frase.)

-la verdad necesito hacer unas cuantas cosas, pero seguro estoy a tiempo para la ceremonia de inicio, así que no necesitas dar la bienvenida, se cuanto odias eso, podrás aparecer en la iglesia y solo sonreír como siempre. (La boda al inicio fue propuesta en el castillo ya que tenia una cantidad ilimitada de espacio para albergar a muchas personas, pero Vanesa se negó rotundamente, dijo que solo permitía el mínimo de asistentes por formalidad y solo eso, me sorprendí ya que es Vanesa pero la deje ser y si ella era feliz con pocas personas encantado de casarme con ella sola de asistentes y  el rey por que era indispensable para la ceremonia.)

El inicio fue hermoso, ella vestía una vestido blanco de encaje ceñido al cuerpo y rosas negras como complemento mas los diamantes y otras joyas que decoraban su esbelta figura entre los pasillos de la iglesia.

Todo empezó sin el mas mínimo retraso y complicación pero las cosas no se quedaron así, a mitad de la ceremonia los disparos y demás murmullo llamaba mucho la atención como para ignorarlos, solo veía el rostro enojado de Vanesa y tanto el rey como yo solo podíamos rogar que nada pasara, faltando para terminar ella solo y en silencio interrumpió todo y se puso de pié.

-¿sabes que te amo verdad? (Pregunto de muy mal humor.)

Solo asentí no me arriesgaría a hacer nada que la hiciera enojar mas.

-ok, regreso ahora para tener una ceremonia en paz. (Dijo con los ojos inyectados en odio, y como si fuera su sombra tome un par de pistolas y la seguí, su hermano, Marc, Thomas y Jaky, salieron  mientras los demás se quedaban y cuidaban de los niños mientras sonreían incómodamente.)

Ese día aprendí a no hacer enojar a mi esposa por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia.

El hermoso vestido blanco ya no era blanco, ahora era rojo y su maquillaje y peinado habían cambiado un poco, luego de limpiarse los restos de sangre de su cara y con una sonrisa de sentó a mi lado y finalizamos la ceremonia en el centro de un cementerio de cadáveres.

La fiesta de celebración duró 48 horas corridas, fue un exceso total pero ella, se veía la mas feliz del mundo y en lo que a mi respecta haré hasta lo imposible para que siga así.