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Carly le encantaba el futbol, fue una de las mejores jugadoras en su escuela y quería que siguiese sus pasos.

—Bien Audrey, quiero que intentes quitarme el balón.

La mire un momento e intente buscar la manera más rápida para hacerlo.

—Deja de mirarme y actúa de una vez.

Corrí en dirección a ella, se quedó quieta por un momento y luego giro rápidamente a la izquierda, trate en vano tomar la misma dirección y situarme tras su espalda. Carly no se inmuto, giro nuevamente y pateo la pelota, esta  paso entre mis piernas. Mis reflejos eran un asco.

—Estas terrible.

Tenía razón, el futbol no era uno de mis deportes preferidos. No era un asco total pero no me emocionaba practicarlo. Carly se acercó y me tomo del mentón.

—Necesito que te concentres —Tenía sus ojos clavados en mí — ¿Qué es lo que te sucede? ¿Es una persona?

Mis ojos se agrandaron por la sorpresa, asentí repetidamente. Michael también contribuía a mi desconcentración, mi madre empezó a reír y me soltó.

—Audrey tienes que dejar de pensar tanto en eso — ¿Acaso Carly me estaba aceptando? —Dile a esa chica que te deje respirar, ya habrá tiempo para ella.

Me guiño un ojo y desordeno mi cabello, creí por un momento que ella hablaba de un hombre. Debí tener presente que Carly nunca cambiaria.

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