2-b. El inmigrante.

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Big Coco's !!! <3 <3 <3 *le pegan por el hiatus*

Vengo con lo que se suponía debía ser el sobrante del anterior capítulo pero se terminó alargando hasta este punto.

Les ofrezco una enorme disculpa :c no fue Hiatus voluntario en mi defensa. Literalmente la vida me hizo imposible venir a actualizar, por una u otra cosa, sobre todo porque mi PC se murió con todo y los avances que ya tengo escritos. En cuanto revivió, la maldita trabajó extra para venir a dejarles esto <3

Va!!

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2.3: Diplomacia


La jornada había sido algo laboriosa y él agradeció demasiado pronto haber tenido un tiempo a solas en su oficina improvisada para descansar la materia gris y tomarse una pastilla para el dolor de cabeza. Además de la resaca emocional que le había dejado la noche anterior, el recorrido hacia la fábrica fue verdaderamente insoportable. Como había previsto, cundió el pánico en la ciudad. El Callejón Rojo estaba sellado y en cuarentena todas las prostitutas y varios clientes de esa noche. Las señoras (y algunos señores) temían por su vida gracias a sus cónyuges sospechosos de infieles y no se veía ningún niño partiendo a la escuela. Nadie se tocaba en el transporte público, todos se habían forrado en guantes y protectores y un desdichado, al estornudar, se ganó una turba furiosa exigiéndole que saliera de allí, entre otros sucesos. El gobierno citadino debía apurarse a emitir un comunicado que apaciguara la muchedumbre, mismo que se rumoreaba se daría a las 2 de la tarde.



Hiro agradeció demasiado pronto aquel tiempo libre porque, todavía sin habérsele pasado la sensación de la pastilla tragada en su garganta, De la Cruz tocó a su oficina y le notificó que el director esperaba en su propia oficina para verlo con suma importancia. Deseó mandarlo al diablo, pero asintió y acudió a su reunión.

Una vez entró y escuchó a su superior hablar, aspiró harto y se preguntó a sí mismo si a partir de ahora, el bodeguero del día anterior cobraría este tipo de importancia en su rutina. De él es quien quería hablar el directivo maduro.


Mencionemos ahora que el idioma usado siempre en la vida de Hiro, salvo excepciones señaladas, es el inglés.



--Su nombre es Miguel --empezó aquel director, de cabello castaño entrado en canas--. Miguel Rivera, para ser exactos.

--No es nada nuevo, señor --replicó Hamada. --Él mismo me lo dijo ayer... Pero, ¿Rivera, señor?

--¿Qué hay de raro en su apellido, joven Hiro?

--No estoy realmente seguro, señor, pero... --El japonés hizo una mueca de intriga--. Me confunde un poco, notará usted. Yo tenía por entendido que los latinoamericanos tienen dos apellidos distintos, señor. En su identificación... sólo pude ver uno. ¿O no lo es?

--Es usted observador en verdad, mi joven amigo --sonrió confiable el mandamás, encendiendo un tabaco electrónico--. Efectivamente, el joven Rivera es latino. Inmigrante mexicano, en específico.

--No comprendo esta falta en el registro entonces, señor.

--Usted no debe preocuparse, Hamada. Esa falta pasa inadvertida en el sistema y no es un problema. El chico es un inmigrante algo nuevo en nuestra amada ciudad y desea un oficio de baja calaña para costearse sus porvenires. En esos términos, no le será molestia alguna. Al menos, esa es nuestra versión directa de la historia.

SILICIUM. (Sci-Fi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora