5(3/3). Dile a muertos y vivos que aún respiro

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Dedicado a Tatsu, Kellen, Ureshi y compañía. Gracias por todo, y perdón por mis decisiones. 

Para Lourdes, mi sostén feminista y mi ejemplo de que la florecita más bella sí es la que crece en la adversidad. 


Primera entrega de hoy 1 de Abril.

Chilladeras  y depresión en las notas finales. 

Edit: Este capítulo y el siguiente fueron escritos durante un periodo de transición entre mi redacción antigua y la actual. Pueden resultar un poco confusos y sugiero leerlos poco a poco y por subcapítulos. Estoy pensando en reeditarlos, pero por el momento esa es mi sugerencia. Perdón por las molestias :')


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5.3: Adorable.



Olor a quemado.


--¡Doctor Norg!


A pesar de que Baymax era reacio a reconocer el mérito de Hiro en cualquier asunto que le fuera posible, lo cierto es que amaba profundamente el cuerpo de carne, nervio y hueso artificial, fruto y regalo de su nefasto autor. La creación, de huesos de acero y sensores por todos lados, adoraba su humanidad; amaba su dolor y su amplio abanico de emociones, por falsos que estos fuesen. Reconocía, aunque no lo hablaba, que siendo un autómata jamás hubiese podido salir de su caja y hacer la vida que tenía ahora. Cierto, Tadashi lo había creado; pero fue el menor de los hermanos quien, independientemente del propósito que tuvo, lo hizo verdaderamente libre no sólo de sentir.

Casi en el sentido genuino de la palabra, de vivir.


Pero hoy, al abrir los ojos, luego de acabarse el eco sonoro de la explosión, cuando percibió dos gotas de líquido pseudo sanguíneo y un rasguño severo en la sien derecha; añoró de nuevo, por un segundo, su antigua y suave fachada inflable, capaz de proteger con éxito a más de dos a la vez. Lucy, la niña de siete años que yacía escondida entre sus brazos, le aprisionó con sus manitas la bata blanca, aferrándose a él en un impulso de terror; lloraba.


Dentro de las pupilas del androide se presentó un informe gráfico de sus funciones vitales, nivel de daño, batería disponible y los suministros de sus órganos, nublándole el panorama y haciéndolo arañar el aire para eliminarlos de su vista. Enseguida, ante sus sensores ópticos aparecieron los ventanales rotos al impacto, el equipo de su oficina arrojado y doblado por toda la habitación y la aterradora visión del pánico humano reinante en lo que alcanzaba a divisar por el corredor. En éste, los enfermeros chillaban aterrorizados y los androides perseguían a los orgánicos para protegerlos como si de una antigua película de ciencia ficción se tratase. En un instante, habían volado las cortinas, se averiaron los aparatos, se destruyeron los muros y, desde todas partes, se escuchaba el escandaloso ruido de la muchedumbre gritando y rogando por un escondite del atentado, que acompañaba al humo negro y el calor de las nacientes llamas para escenificar una digna escena de pavor.


--¡Flora! --clamó por una cuidadora, en absoluta desesperación-- ¡FLORA!


SILICIUM. (Sci-Fi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora