5 (1/3). Hemorragia

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5.1. Breve historia de un saco sin órganos


Flashback

Lunes, 3 de diciembre, 2086

3:04 am.

--Baymax...

--...

--Eh, Baymax.

--...

--¡Auch!

Como gota que cae de la hoja, el llamado orgánico resonó en el silencio.

Retumbaron las válvulas de aire, encendidas, haciendo un estruendo en el silencio nocturno. El voluminoso mecanismo de la máquina blanca fue activado a la orden de la frágil voz de su protegido. Así, en cuanto culminó su preparación y sus sensores ópticos se abrieron, divisaron con toda claridad la menuda figura del joven ansioso que demandaba su ayuda en soledad.

Frente a él, una semilla; humano todavía en su estado puro.



--Hola, Baymax --saludó alegre aquel último; a su vez, el robot parpadeó y su sistema se estabilizó por completo.

--Buenas noches, Hiro.

--Es de mañana, Baymax... --dijo el joven, como si fuera un fresco amanecer, a pesar de que aún estaba muy  oscuro--. ¿Cómo estoy?

El asistente médico personal entendió la orden implícita y, con un gesto dócil tan típicamente suyo, al instante, recorrió aquella constitución humana de arriba abajo, estudiando los diversos estados y alteraciones físicas y químicas en toda la extensión del minúsculo hombrezuelo. Un láser invisible penetró en la carne, los huesos, músculos, hormonas, cerebro y nervios. Fibras, tejidos, sinapsis y latidos fueron leídos como el código de una computadora. Conexiones perfectas, diseñadas por lo todavía desconocido.

No era nada nuevo. Una rutina de insomnio repetida ya una veintena de noches, desde el 5 de noviembre pasado; desde aquel día, el asiático tenía muchos problemas al dormir. La exhaustiva actividad lumínica de la urbe, de noche, no facilitaba demasiado las cosas.

Los datos fueron arrojados y evaluados a la brevedad. Si Baymax hubiera tenido su corazón entonces, éste se habría estrujado.

--El escaneo indica que tus niveles químico-hormonales han vuelto casi a la normalidad, Hiro --contestó la inteligencia artificial--. Sin embargo, todavía experimentas episodios de perturbación del sueño, irritabilidad y negatividad; además... --levantó el índice-- tampoco has llamado a tu tía en dos semanas.

--¿Dos semanas? ¿En serio?

--El cumpleaños de Tía Cass fue hace dos viernes, Hiro. La felicitaste por sus 56 años.

--Creí que lo había hecho hace cuatro días, Baymax --la voz de Hiro tembló. --Juraría que lo hice.

--Tu pérdida de percepción del tiempo es preocupante, Hiro --. Hablaba la máquina con su voz fría, con palabras que usaría una madre. --¿Quieres que llame a un psicoquiatra?



La fantasmagórica luz azul intensa de la punta del edificio vecino iluminó parcialmente el rostro de Hiro y su mirada perdida entre la oscuridad. Baymax lo observó extraviarse sutilmente en su propia mente, para después dedicarle dos segundos de su vista a la enorme y tibia cama, donde reposaba silencioso el cuerpo de un bello caucásico puro; su amante de la noche, un joven ingeniero como él. Su figura distaba en demasía de su futuro amante latino, ya que aquél rubio era casi tan ligero como el nipón; aquella vez Hiro se prendó de una mente y no de un cuerpo. Resulta irónico, pues a este colega nunca más lo volvería a ver.

SILICIUM. (Sci-Fi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora