Capítulo 18: Peligroso

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Dos meses, habían pasado dos maravillosos meses, sin Elena, sin problemas y con un amor mutuo entre Jazmín y yo, que día a día crecía mas.

- Te llevaré de campamento mañana - murmuró Jazmín mientras me abrazaba.

- ¿De campamento? - me gire, para mirarla.

No era muy amante de la naturaleza, lo mas habitual para mi era aprovechar los ratos libres para estudiar o empezar un nuevo libro.

- Tranquila... no vamos a acampar, Lucía tiene una cabaña, pensé que una escapada romántica nos vendría bien.

- Oh, cabaña... escapada romántica... contigo, eso suena perfecto - me dio un ligero beso en los labios y volvió a recostarse en mi cama. Ya era común que Jazmín durmiera conmigo cada noche.

- Podemos tener sexo salvaje - dije y ella soltó una risita pícara.

- Ya tenías que meter el sexo a la conversación señorita - me senté a su lado y ella apoyo su cabeza en mis piernas. Comencé a acariciar su hermosa cabellera y nos quedamos en silencio hasta que la voz de Miranda resonó al otro lado de la puerta.

- ¡Estrella, llegaremos tarde! - gritó y oí a Jazmín bufar.

- Tengo que irme - nos levantamos y Jazmín me tomo de la cintura besándome. Los labios de la pelirroja eran realmente adictivos - me... tengo... que... ir - el beso duro unos segundos mas y me separé de ella haciendo mi mayor esfuerzo - escapada romántica wiiiiii - grite mientras salía.

Al bajar a la sala Lucía le echaba una mirada al correo.

- ¿No hay nada para mi?

- Luz, Gas o Cable tu eliges - sonrió mostrándome tres sobres.

- ¿Porque estas tan curiosa con el correó últimamente? - pregunto Miranda mientras nos dirigíamos al auto.

- Le he mandado una carta a mi Papá y estoy esperando su respuesta.

- Nunca nos has hablado de tu Papá - reflexionó.

- No hay mucho para decir.

- ¿No serás hija de algún mafioso, o narcotraficante? - solté una carcajada.

- Flor... - musito Miranda, mientras nos preparábamos para abrir.

- ¿Qué pasa Miranda?

- Háblanos de tu familia.

- Hace cuatro meses que vivimos juntas y ¿ahora te entro la duda? - suspire y luego la mire seriamente.

- Mi Papá es dueño de un hotel, se divorció y se volvió a casar, mi mama... pues no la he visto en años.

- ¡¡Ves!! Ahora siento que tenemos un vínculo mas sólido - dijo y yo solté una carcajada.

- Ya que exploramos la solidez de nuestra unión, ve a atender eso niñatos - dije casi a modo de súplica.

- Ah noooo, tu perdiste ayer, te tocan los niños y los de la tercera edad.

- ¡¡Urghhh, no volveré a apostar contigo!!

- Claro que lo harás y volverás a perder... como siempre.

Bufé y camine a la mesa. Deseando con todas mis fuerzas que el día pasara rápido.

|•••••|

A la mañana siguiente...

- ¿Tienes las llaves? - preguntó Jazmín al poner nuestros bolsos en el maletero.

- Aja - afirme.

- ¿Y las del auto? - señale el maletero donde aun la llave seguía colgada, me daba gracia como se ponía Jazmín cada vez que íbamos de paseo.

Nos despedimos de las chicas y sin perder mas tiempo emprendimos viaje.

- ¿Lista para el mejor fin de semana de tu vida? - pregunto cuando salimos a la autopista.

- Completamente - contesté.

Llevábamos una hora de viaje y yo no podía dejar de mirarla, ambas manos en el volante apretándolo con fuerza y el ceño fruncido totalmente enfocada en el frente o en los espejos.

- ¿Qué tanto me miras? - exclamó de repente sacándome de mi estado analítico.

- Tu concentración al manejar es adorable.

- Alguien tiene que proteger nuestras vidas - murmuró sin quitar la vista de la carretera.

- ¿Eres mi protectora señorita del Río? - sonreí poniendo mi mano en su pierna.

- Flor.

- ¿Jazmín?

- No puedo concentrarme si sigues acariciándome así - sin hacer caso a sus palabras la acaricié llevando mi mano un poco mas arriba. Y oí con satisfacción como aclaraba su garganta.

- Orillate - ordene.

- ¿Qué? - preguntó sorprendida.

- Orillate allí - señalé un lugar repleto de árboles.

Ella siguió mis indicaciones y cuando se estacionó quité mi chaqueta rápidamente.

- Quiero sentirte dentro, muñeca.

- ¿MUÑECA? - exclamó soltando una carcajada.

- Shhhush, ¡Jazmín! Estoy tratando de ser sensual.

- Ven aquí - dijo tirando de mi blusa.

Me puse arriba torpemente, activando sin querer el limpiaparabrisas. Y en un intento de quitarme la blusa que de con mis brazos enredados en la ropa, luego de forcejear unos instantes pude quitármela del todo y bese a una Jazmín que aguantaba la risa a mas no poder.

Cuando la situación se volvía candente, ella se encorvo un poco para besar mi cuello y al hacerme para atrás prendí la ruidosa bocina del auto para, del susto, terminar con mi cabeza estrellándose en el techo. Jazmín paso su mano por el costado y apago la bocina para luego echarse a reír descontroladamente. Yo me apoye en su hombro y eche a reír también.

- Tener sexo en un auto es peligroso - suspiré aun riendo mientras volvía a mi asiento.

- Pontela - sonrió dándome mi blusa.

Volvimos a la carretera y luego de un largo rato ella volvió a soltar una carcajada.

- ¿Qué pasa? - indague.

- Muñeca... - volvió a reír.

- Lo vi en la televisión, creí que te pondría... ya sabes, cachonda.

- Cariño, por mas que solo traigas esa sonrisa contigo, a mi ya me pones a mil.

Sonreí y le di un ligero beso en la mejilla.

No podía amar mas a esta pelirroja.

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