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Recuerdo cuando tenía 9 años y siempre me daban asco los niños, pensando que ellos contenían un tipo de virus o piojos. Mi padre y mi hermano se encargaban de decirme que era mejor mantenerme alejada de ellos, que si uno llegaba a tocarme podría mutar o enfermarme. Un día a la maestra se le ocurrió la idea de formar parejas para una actividad y claro me tocó con un niño, le rogué que me cambiara por una niña pero ella se negó, lo peor que teníamos que agarrarnos de las manos y cuándo el sujetó mis dedos comencé a llorar y gritaba que me iba a morir por culpa de los gérmenes de ese niño, al final mi mamá fue quién me contó la realidad de todo y tuve que disculparme con mi compañero por gritarle en la cara que por su culpa moriría.

― ¿Sabes? Pudo haber sido peor ―fueron las palabras de Sunmi después que le conté lo ocurrido― de cualquier forma, era poco probable que él se fijara en ti.

Suspiro y fijo la vista en la superficie del techo. Tanto ella como yo habíamos decidido no asistir a clases, Sunmi por la fuerte cruda y yo por el dolor que sentía en mi corazón. Por suerte, Jimin había decidido cubrirme con nuestros padres, aunque él no sepa el motivo exacto del porque había decidido faltar a la escuela.

― ¿Tienes helado? Para estas situaciones de decepciones amorosas el helado es el mejor remedio ―digo mirándole con ojos de cachorro.

Blanquea los ojos pero se levanta de la cama y sale de la habitación arrastrando los pies. Decido mirar un poco mis redes sociales, y hago una mueca al ver que las menciones de mi grupo favorito han disminuido demasiado, cosa que no puede suceder ya que llevamos siendo número uno en twitter y si bajamos de puesto, perderemos lo que tanto nos ha costado, además de que no lograremos romper el record del artista que lleva más semanas siendo número uno en el top.

Tuiteo unas cuantas cosas mencionando el usuario de mi grupo e incentivo a mis seguidores a que hagan lo mismo, si perdemos el primer puesto repartiré golpes.

―Aquí tienes ―Sunmi me ofrece un bote de helado sabor vainilla y una cuchara.

Dejo mi celular a un lado y recostamos nuestras espaldas en la cabecera de la cama. Destapo el bote de helado y llevo la primera cucharada a mi boca, sintiendo como lo frio se desliza desde mi garganta hasta llegar a mi corazón dónde curará las heridas que me ha provocado enamorarme de alguien como Min Yoongi.

―El amor apesta.

―Amén por eso ―Sunmi suelta un suspiro y se recuesta llevando la sábana a su cabeza― Jungkook es un idiota.

No indago en el tema ya que empieza a sollozar y hago una mueca de disgusto. Al parecer, las dos nacimos con el don de valer mierda en el amor. Nos enamoramos de las personas incorrectas, sería más fácil si puede casarme con una pizza, no lo sé, o con mi personaje de libro favorito pero no, decidí enamorarme de alguien a quién puedo ver todos los días y hasta tener la mala suerte de verlo en mi propia casa.

Parte del día transcurre y solo nos dedicamos estar acostadas en la cama, insultando a los responsables de estar dentro de un agujero negro de odio y decepción e igual nos acabamos cada fritura que pudiese haber en la cocina de mi mejor amiga.

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Yoongi...

Desde que tengo uso de memoria, siempre me ha llamado la música en todas sus formas y extensiones. Me gusta sentirla y adentrarme en el trasfondo de sus letras y melodías. Mi mamá me dijo que esa pasión que tengo por ello es gracias a mi abuelo, un señor sabio que atesoraba el sonido de todos los instrumentos que guardaba en su ático.

El fue quién me integró con profundidad a un instrumento musical que hasta la fecha es mi favorito, el piano, mi primer amor.

Como fui creciendo, los gustos musicales variaron, hasta que al final el hip hop fue quién me atrapó. Agarré cualquier cuaderno y empecé a escribir mis letras, inspirándome en situaciones de la vida diaria o en los problemas que afrontaba por tener fobia social.

Bad Boy. M YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora