La noche de lluvia había cedido a una mañana húmeda. Kyuhyun despertó con el sonido de patio cobrando vida, de maderas, tintineos y ruidos de arreos de caballos. Escucho un ruido sordo de pasos avanzado por los pasillos como personas que abandonaban sus habitaciones e iban a la taberna a desayunar. La parte favorita de él en una cita romántica había sido siempre los momentos anteriores de hacer el amor. Su parte menos preferida siempre había sido la mañana siguiente, cuando su pensamiento al despertar era con qué rapidez podía dejar a su compañero sin ofenderlo.
Esta mañana, sin embargo, era diferente de cualquier otra. Había abierto los ojos para descubrir que estaba en la cama con Sungmin Marks y no había ningún otro lugar en el mundo en donde quisiera estar. El todavía estaba durmiendo profundamente con una palma de la mano hacia arriba. Sus dedos estaban doblados como los bordes de una orquídea.
Era hermosa por la mañana. Kyuhyun se desplomó sobre la Sungmin y la observo. Estaba relajado y sonrojado por el sueño. Su mirada fascinada viajo más a través de el. Él nunca había confiado tanto en alguna persona, pero sabía que sus secretos estaban a salvo con Min. Y los de Sungmin con él. Estaban a mano. No importaba lo que había pasado, sus días de peleas habían terminado. Ellos sabían demasiado el uno sobre el otro.
Por desgracia, la cuestión de su compromiso matrimonial no estaba del todo resuelta. Kyuhyun sabía que Min no estaba tan convencido de el buen ambiente de su relación. Por otra parte, Hyukjae Rutledge seguramente iba a tener una opinión al respecto, y hasta ahora, a Kyuhyun rara le habían gustado sus opiniones. Incluso era posible que Hyukjae pudiera alentar a Min en su idea de viajar por el continente.
El ceño fruncido apareció en la frente de Kyuhyun mientras él meditaba cómo se las había arreglado Sungmin para sobrevivir hasta ahora casi sin protección. ¿Cómo un doncel tan digno de afecto han recibido tan poco? Quería compensarlo por todo lo que había pasado. Quería darle todo de lo que había sido privado. El truco era su convencerle para dejarlo hacerlo.
La cara de Sungmin era pacífica, con los labios entreabiertos. Acurrucado entre las sábanas blancas, se vislumbraba un poco de su hombro rosado, su pelo dorado se derramaba por todas partes, parecía un dulce colocado en medio de remolinos de crema batida.
Hubo una alteración a los pies de la Sungmin, Dodgers se deslizo hasta la esquina del colchón y se recostó al lado de Sungmin. Él se movió, bostezó y lo buscó para acariciarlo. El hurón contento por el cariño de la caricia, cerró los ojos. Min despertó lentamente, desperezando su cuerpo. Sus pestañas se levantaron y ella miró a Kyuhyun con asombro, claramente se preguntaba por qué él debía estar allí con ella. Era una mirada inocente, los hermosos ojos que le contemplaban mientras su mente empezaba a funcionar.
Vacilante le tendió una mano fría sobre la mejilla, tocando la cerda de la barba que había crecido durante la noche. Su voz era baja y comentaba.
—Es tan áspera como el erizo de Ryeowook.
Kyuhyun le besó la palma. Sungmin se le acerco con cautela. Min le preguntó:
—¿Vamos a Londres hoy?
—Sí.
Sungmin guardó silencio durante un momento.
—¿Todavía quieres casarte conmigo? —Preguntó bruscamente.
Mantuvo la mano en la suya.
—Voy a insistir en ello. —El rostro de Sungmin estaba ángulo de modo que Kyuhyun no podía verlo.
—Pero...yo no soy como Sunny.
Kyuhyun se asustó un poco por el comentario.
—No. —dijo él con franqueza. Sunny había sido el producto de una familia amorosa, una vida idílica en un pequeño pueblo. Ella no había conocido nada más que el miedo y el dolor que han dado forma a la Sungmin que conocía. —No te pareces a Sunny más de lo que yo me parezco a el chico que era entonces. —continuó. —¿Es eso importante?
ESTÁS LEYENDO
Casados Por La Mañana [KyuMin] Libro 4
Fiksi PenggemarSungmin es un institutriz que no se parece en nada a los típicos institutrices solterones. Es un doncel independiente, decidido y jamás se muestra complaciente a su jefe, Kyuhyun, con quien se enfrenta cada vez que puede. Ademas guarda un secreto d...