Dedicatoria: Mei, La Dama de las Flores del Libro de la Luna...

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Cachorros, acercaos qué os quiero contar aquella vieja y bonita historia del pasado, esa que me gusta contaros cuando el cielo se torna de un lila claro, casi tan precioso como la flor misma. 

— Abuelo ¿por qué estás hablando con un acento tan curioso? — emanaba un gruñido, proveniente de la manada —.

— Sencillo, pequeño — respondía aquel lobo, el cual aparentaba ser el mayor entre la manada —, la historia que os pienso relatar en esta cálida tarde de otoño, uno época en la que las hojas que acuden a la suave nieve, no piensan en otra cosa que convertirse en cristal. Hace unas cuántas décadas, cuando el otoño era manchado por la sangre de vuestros ancestros, conocí a La Dama de las Flores, una humana que amaba a los lobos y detuvo esta matanza, además de ser ella la razón de vuestra existencia. 

— Pero abuelo ¿acaso La Dama de las Flores no era una leyenda inventada por el mundo mortal para atraer jóvenes cachorros como nosotros a una muerte segura? — con cierto tono de inquietud y enfado, cuestionó uno de los cachorros —.

— Así es, pero todo lo que viví allí, en mi corazón aún late cada vez que lo recuerdo — afirmaba con melancolía, el ya anciano lobo —.

— Y entonces, abuelo ¿en dónde conociste aquella dama, a la cual debemos agradecer el estar escuchándote hoy? — en grupo, como si de una orquesta se tratase, entonaron la misma pregunta el grupo de cachorros —.

— Bien... todo se remonta a una de mis encomiendas de Luna en Galli'Cia para adquirir conocimiento de sus tradiciones como La Festa de Historia y el Desembarco Vikingo de Catoira, aquella bella tierra de los chocos, los cachelos, la bica y el pan de cea; ubicada al noreste de Espania, de ahí remonta a que me encante el acento espaniol, además del gallico, que nunca logré aprender, aunque La Dama de las Flores se esforzó en enseñarme, y como no, a deleitarme con su vocabulario... — narraba con firmeza el lobo color blanco celeste —.

Hace muchísimos años, los lobos éramos los encargados de mantener el orden y la armonía —gracias a los poderes que Luna nos encomendaba— entre el mundo mortal humano y el nuestro, el de los lobos. Hubo un conflicto décadas atrás entre los mismos humanos, el cual terminó por exterminar su propia raza, buscando así en Luna, y los poderes que emanaba para nosotros, la fórmula de la inmortalidad, lo cual al día de hoy nunca han sido capaces de encontrar. Luna me encargó viajar hasta Galli'Cia, en búsqueda de una joven mujer con el alma inmaculada y un puro corazón, quien soñaba con entender las necesidades o problemas que invadían la mente de cada ser viviente. Luna decía que era una vieja rama de la filosofía de la cual quería obtener su conocimiento, soñaba conque aquella hermosa joven le transmitiera sus sueños acerca de la psicología. 

Al llegar a tan bella ciudad, las miradas de odio y las intenciones de desprecio por mi presencia eran notables, tanto así, que al arribar en mi destino, fui advertido para que me cuidase mi pellejo, pues los lobos no tenían voz ni voto en el mund...

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Al llegar a tan bella ciudad, las miradas de odio y las intenciones de desprecio por mi presencia eran notables, tanto así, que al arribar en mi destino, fui advertido para que me cuidase mi pellejo, pues los lobos no tenían voz ni voto en el mundo mortal. Las ancianas separaban a sus críos de mi, pese a no tener intención alguna de lastimar a nadie, mucho menos a un crío inocente. Los mercaderes optaban por no venderme ningún producto y mandarme directamente al basurero donde, según ellos, yo pertenecía. Y como no, la guardia local siempre tenía un ojo encima mía, para evitar que hiciera movimientos extraños o intentase algún tipo de fechoría. 

Los relatos de un león vegetarnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora