Está bien que me ignoren cuando quiero pasar desapercibida, pero otra cosa totalmente distinta es que me ignoren cuando estoy tratando de hablar con alguien. Y más si ese alguien es la persona que me ignora. Creo que la sutileza se la olvidaron en su casa o la perdieron cuando fueron al baño, pero… ¡¡¡¡NO PODES IGNORARME CUANDO ESTOY DETRÁS DE TI!!!!
- Okay… - dijo Percy lentamente, como queriendo analizar su paso siguiente.
- ¿Estás seguro que estás bien? – preguntó nuevamente Annabeth.
- Si, solo quiero verificar algo – dijo él, y se acercó más a mí, me miró fijo a la cara y después me toco la punta de la nariz.
- ¡Ey!, ¿Qué te pasa? Que tu novia esté un poco chalada no te da derecho a tocar mi nariz.
- Sip. Ella está acá. No es una alucinación…
- ¿Quién? – preguntó Annabeth, viendo a su novio cada vez más con cara de preocupada.
- En frente tuyo hay una chica. Una semidiosa, llamada Vita. Pero no la podes ver. Tenemos que ir al campamento ahora.
- Está bien. Así haremos que alguno de la cabaña de Apolo te revise.
- Vita, monta el pegaso marrón. Es igual que con un caballo normal solo que te tenes que agarrar más fuerte. – dijo mirándome.
- Está bien, como digas, pero me debes una explicación de todo esto. Porque créeme que estoy solo a dos segundos de ir a una convención de locos para que me declaren su líder. – me subí al… pegaso… no sé si alguna vez me voy a acostumbrar a eso, y de repente este comenzó a moverse frenético. Puse mis manos en su cuello, y lo tranquilicé. Siempre me había gustado los caballos, así que imaginaba que no era muy diferente, solo que este tenía alas.
- Procura no apoyarte sobre las alas, y tampoco te le agarres del pelo, porque creeme que no le gustará… - dijo, mientras se subía al suyo.
- ¿Eso lo sacaste de un libro?
- Eh… no.
- Está bien…
- ¡Vamos! - gritó Percy, y “por arte de magia” el pegaso salió detrás de él.
Volamos bastante, hasta que llegamos a la costa de Long Island, para entonces el sol ya estaba comenzando a ocultarse… Creo que este es el día más raro de mi vida… Estoy viendo el atardecer, desde el cielo, montada en un pegaso, junto a una chica que literalmente no me puede ver o que es muy buena actriz para hacer como que no estoy.
Percy comenzó a descender. Y estábamos sobre un… campamento. Habían muchas cabañas, algunas estaban en construcción. Muchos chicos estaban practicando… ¿lucha con espadas? ¿Tiro con arco? ¿Esos chicos de ahí abajo tenían pezuñas en los pies?
Ahora sí. ¡ME DECLARO LA REINA DE LOCALANDIA! Población: Yo. Creo que me estoy cansando de repetir que estoy loca. Pero no tengo otra explicación…
- ¿De dónde saliste? – dijo Annabeth, que estaba al lado de Percy. O sea, ESTUVE AL LADO TUYO TODO EL MALDITO DÍA Y RECIÉN ME NOTASTE AHORA. ¿QUÉ DIANTRES TE PASA? Pero antes de que pudiera soltar cualquier palabra…
- ¡Percy! – dijo un chica de pelo rojizo, era bastante… grande. Parecía forzuda, pero a la vez tenía este halo de delicadeza y feminidad. Aunque no podía decirlo todo de una, no la conozco…
- Clarisse… tengo que ir a ver a Quirón…
- De eso venía a hablarte. Él está ocupado conversando algo con el Seños D y… ¿Quién es ella? – preguntó Clarisse, de repente mirándome con los ojos abiertos.
- Es la chica que fuimos a rescatar… Circe casi la agarra y…
- ¡Ey, ey, ey! Que yo no necesitaba ser rescatada de nada. Todo estaba perfectamente hasta que llegaste y esa anciana loca intentó matarme. – dije, exasperada.
- Bueno, está bien. Te lo concedo… - dijo resignado.
- ¿Cuándo llegaste? – preguntó Annabeth, de pronto recobrando la voz. – No te había visto hace un segundo y ni bien aterrizamos apareciste de la nada. ¿Cómo hiciste eso?
- Estuve ahí siempre. De hecho te estuve gritando desde hacer horas, y me ignorabas.
- No, no estabas ahí.
- Sí. – respondió Percy antes de que yo pudiera decir algo. – Creo que ella tiene la capacidad para ocultarse de la gente.
- ¡Wow! Eso es genial. – dijo Clarrise.
- ¿La está… elogiando? – le preguntó Percy a Annabeth.
- Parece que si… - le susurró ella de vuelta.
- Pero ocultarse es de cobardes, yo prefiero a la gente que sabe cómo dar frente a una buena pelea.
- ¡Ah! Ya me estaba preocupando de que Clarisse se haya hecho buena… Parece que no, sigue con su molesta personalidad…
- Ya cállate pringado… Debe ser muy poderosa…
- Tenés razón, pero todavía no la han reconocido, seguramente más a la noche en la fogata la reconozcan, pero…
- ¡Alto el fuego! – dije, interponiéndome en el intercambio de las chicas – no es que no me caigan bien, pero no las conozco, no me voy a quedar a ninguna fogata porque tengo que llegar a mi casa antes de las ocho porque, en serio, no quieren ver a mi madre enojada. Así que… Percy, muy lindo el lugar, pero yo me voy. ¿Me muestran ustedes la salida, o la encuentro yo? - dije, poco a poco salí de mi enojo y me di cuenta de que varios campistas se habían arremolinado alrededor nuestro, queriendo ver la nueva “adquisición” del campamento. Pero a mi me importaba poco. Yo me voy.
- ¡Wow! Qué carácter – dijo una voz en algún lado.
- Me agradas – dijo Clarisse – Esperemos que seas hija de Ares. ¿Tu madre es mortal, no?
- La última vez que me fije si. Pero volvamos, tal vez ahora es un vampiro.
- Los vampiros no existen, solo son mitos derivados de monstruos griegos. – dijo Annabeth.
- Hace un segundo no sabía que los Pegasos existían, ¿Quién te asegura que no existan? Tal vez no quieren que sepas que ellos existen…
- Tiene lógica – dijo ella. – Sos muy inteligente, y aceptaste el hecho de que todo esto existe bastante rápido… ¿Segura que tu madre es la mortal? Está la posibilidad de que no sea tu madre…
- Si, no creo que lo haya aceptado tan bien. Sigo esperando despertarme en un hospital psiquiátrico con una camisa de fuerza y una señora regordeta que viene a darme mis medicamentos. Así que… Adiós. – dije, me di la vuelta y comencé a caminar hacia… bueno, no sabía hacia donde, pero tenía que salir de ahí. Ya había caminado unos buenos metros, y vi… ¿un dragón en un árbol? Pero alguien me agarró del brazo. ¿Es en serio, es que acaso todos tienen esa costumbre?
- Yo no te lo recomendaría. – dijo una voz masculina. No era ni de Percy, ni de ninguna persona que conociera, pero me sonaba… ¿familiar?
Nico – susurró una voz dentro de mi cabeza.
- ¿Nico? – repetí.
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Dos Vidas - Los Peligros de ser semidiosa
FantasyVita es una típica chica que vivía en Washington. Su vida era totalmente normal. Hasta que a su madre la ascienden en su trabajo y deben mudarse a Long Island. La única y verdadera habilidad de Vita, era pasar desapercibida, pero la llegada de un c...