9. No doy ofrendas a cualquiera...

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Ya habían pasado varias horas desde que comenzamos el entrenamiento, ya estábamos luchando de verdad. Iba quitándole la espada a Percy tres veces, pero creo que es porque él me dejaba.

Percy era implacable. Se movía con agilidad. Se notaba que tenía más batallas de las que alguna vez podría llegar a imaginar. No podía parar los golpes lo suficientemente rápido ni atacar con la misma velocidad. Pero me manejaba bastante bien.

Percy iba a atacar, me moví lo justo para que la espada pase al lado mío sin lastimarme, intenté hacerlo caer, pero solo lo desequilibré. Utilicé eso como ventaja y ataqué. Su espada chocó con la mía. Con un ágil movimiento de muñeca lo desarmé y le puse mi espada en su garganta.

-            Jaque Mate – dije con una sonrisa en mis labios. Me reí, pero él me miraba de forma… ¿Extraña? Había mucho silencio en el campo. Miré hacia el campo, y casi todos los campistas estaban ahí, observando la escena. Algunos aplaudieron, otros me miraron con diferentes expresiones en su rostro, algunos de incredulidad y asombro, otros con admiración y temor. Y a los de… Esos de la cabaña de brutos luchadores, que son bastante geniales, esos ni me miraron, solo estaban partiéndose de la risa en un costado, mientras se reían de Percy, que todavía parecía atónito

-            ¿Cómo sabías lo que iba a hacer? – preguntó él. Bajé mi espada y la guardé.

-            Antes de atacar, moves el hombro.

-            ¿Muevo el hombro?

-            Sí, sos derecho, por lo que con esa mano sostenes la espada. Cuando vas a atacar, tomas impulso y moves el hombro. Yo aprovecho eso como ventaja y anticipo a donde te vas a mover y donde va a caer el golpe.  – dije, simplemente.

-            Impresionante. Nadie había vencido a Percy, a menos que cuentes a Annabeth, ella le patea el trasero. Buena deducción. Bastante inteligente para tener Dislexia – dijo una voz, detrás de mí. Me di la vuelta, y vi a un chico bastante alto, de ojos color miel y cabello castaño, parado junto a Annabeth. Se acercó a nosotros y me tendió la mano – Logan, hijo de Atenea.

-            Vita, hija de mi mamá y algún bastardo idiota que no se le ocurrió mejor cosa que meterse con mi madre para luego abandonarla, pero creo que no contó en la ecuación con que yo apareciera. – dije mientras le estrechaba la mano. Se sentía extrañamente… bien. Vita controlate, llevas tres segundos con este chico y ya te quieres tirar encima de él.  - dijo esa maldita voz dentro de mi cabeza. ¿Es que acaso no se calla? ¿No hay alguna manera de desactivarla o algo?

-            Yo no hablaría así de mi padre, bueno, en mi caso madre. Por más que en algunas cosas tengas razón. - dijo algo nervioso e incómodo. Esta gente en verdad le tiene miedo a estos... estos... Diosesuchos de cuarta...

-            ¿Y eso por qué? - pregunté, haciendome la inocente. Ya había escuchado varios relatos sobre los Dioses como para saber que siempre terminan castigandote. Pero me gustaría ver que se animen a castigarme a mi... Si lo hicieran no habría Olimpo que los ampare.

-            Porque pueden escucharte y enojarse.

-            Pues por mí que se enojen, pataleen y se vayan al infierno porque poco me importa la opinión de un idiota que me abandonó. – dije cortante. Me di vuelta para encarar a Percy de nuevo, y Quirón miraba la escena desde afuera. Presentía que él sabía algo que no me quería decir. Pero de todas formas acabaría por enterarme tarde o temprano.

-            Bueno, creo que es hora de ir a la fogata. – dijo Logan. Puso su brazo en mi hombro y comenzó a llevarme a la salida. Parecía bastante agradable, pero para desgracia para él no me gustaba que me toquen sin mi permiso. Me liberé de su agarre, me incomodaba estar… cerca de él.

-            Primero debo llamar a mi mamá y decirle que voy a llegar más tarde.

-            Creo que eso tampoco es buena idea.

-            ¿Hay algo en este lugar que si sea buena idea? – pregunté. No se podía salir del campamento. No se puede hablar demasiado de tus padres.  ¿Y ahora no se puede hablar por teléfono?

-            Sí, hay cosas que puedes hacer, pero yo no te recomiendo específicamente que hagas alguna de esas. Si hablas por teléfono es lo mismo que tirar fuegos artificiales o poner un mensaje en internet, los monstruos siempre te encuentran.

-            Yo…

-            Vita, ¿vamos a la fogata? – preguntó Percy

-            Si, en un minuto voy – respondí. – Como quieras Logan, no voy a llamar a mi madre, le enviaré un mensaje. ¿Contento?

-            No sé qué diferencia hace, pero haz lo que quieras.

Me alejé, y le escribí a mi mamá. Le dije que me quedaría un rato más, y que era muy probable que me quede a dormir. Ella me respondió con un Simple Ok, cuídate, cualquier cosa me llamas y voy a buscarte. Ella confiaba mucho en mí. Aunque nunca entendí el por qué.

Siempre me metía en problemas, como la vez que hice explotar un inodoro de mi escuela a los diez años. O cuando le rompí la nariz a un niño porque estaba molestando a una chica. O cuando “accidentalmente” se me cayó mi hámster en el boso de la profesora de matemática… que era alérgica a los hámsters. O… bueno, ya me entienden, pero siempre le decía la verdad. Bueno, no últimamente, pero por lo general sí.

Vi que todos los chicos estaban yendo hacia donde se hacía la fogata, así que los seguí. Había muchas mesas, y todos parecían saber cuál era la suya. Menos yo. Percy iba entrando, y me ofreció sentarme con él, visto que no tenía donde rayos estar le dije que sí. Y en la mesa eramos… dos.

-            ¿Percy…? – comencé a preguntar, insegura.

-            ¿Qué?

-            ¿Por qué todos están quemando parte de su comida en el fuego?

-            Porque esa es la ofrenda a los Dioses. Ahora es nuestro turno, si quieres te enseño…

-            No, está bien. – todo el lugar estaba en silencio escuchando nuestra conversación, obviamente estaban esperando algo. Algunos miraban sobre mi cabeza, como si esperaran que algo me saliese de ella. Otros esperaban a que me moviera para dar la ofrenda. Iban a tener que seguir esperando…

-            En serio, no es molestia.

-            No quiero ser grosera Percy, pero... Está bien. Ya acepté que todo esto es real, a menos que sea una alucinación causada por algún golpe en la cabeza, o algo así. Pero yo no pienso hacerle una ofrenda a alguien que no conozco, y menos a… esa persona que debo llamar padre. Porque no lo conozco, y además me abandonó. No le voy a ofrecer nada. Esa es su creencia, no la mía. – dicho eso, me paré y salí a toda prisa del lugar, bajo la atenta mirada de todos.

No pensaba ofrecerle nada a mi “padre”, ni ahora ni nunca. No doy ofrendas a cualquiera...

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Hola!!!  

Acá les dejo el nuevo Capitulo. Finalmente me decidí por hacer una saga, pero debo ver si la puedo hacer. Tendría que editarle algunas cosas, pero si está dentro de mis posibilidades lo haré.

ESTOY TAN EMOCIONADA POR LLEGAR A ESTE CAPITULO. DE TODA LA NOVELA ESTE ES MI SEGUNDO CAPITULO FAVORITO. ESTABA ANSIOSA POR PUBLICARLO...  AHHHH...

Comenten y Voten!!!!!  

- Agustina G. Ivanovich.

Dos Vidas - Los Peligros de ser semidiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora