8- Fuego.

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Un ataque a los árboles muertos, uno justamente a lo lejos, era el territorio impropio que estaba consumiéndose en llamas, pero no estaba donde debía custodiar, por lo que ciertamente confundido su paso se iba a desviar a ver qué sucedía.

— Por favor... N-No... No vayas allá.

El peliazul detuvo todo movimiento al ver como el rubio solo se dejó ver detrás de tal árbol que estaba a la mitad de ambas fronteras, sus brazos abrazaban su propio cuerpo, y sus lágrimas caían por sus pecosas mejillas.

Outer en su dicotomia no supo si ignorar al joven o al pleno fuego que se hacía paso.

— Sólo es un señuelo. —Dijo en medio de su respiración— Sólo esperan que te vayas de tu puesto para que se hagan paso, por favor... No te vayas... No quiero morir...

— ¿A qué te refieres...?

Stave se dejó caer en medio de las raíces del gran árbol, pero sólo al rodear lo suficiente para que Outer no pudiera verlo más, su rostro empapado en lágrimas seguía siendo evidente en su mente, y agarrando con fuerza su espalda, sus pies se quedaron estáticos sobre la tierra.

Respiró profundo, y esperó a que llegaran los que según el rubio harían la emboscada; no tardó ver a una pequeña multitud del que pronto se detuvieron al verlo, pensando lo peor se colocó en defensa.

— Aléjate si prefieres vivir. —Dijo quien tenía una antorcha en sus manos, un hombre de cabello castaño claro.

— No me moveré a ningún lado.

Un breve silencio se hizo presente, el de la antorcha hizo ademán de atacar pero pronto un rubio se interpuso entre ellos, era el mismo que había salvado Outer el otro día.

— ¡Alto! ¡No continúen esto! —Vociferó— ¡No asesinen a quien no asesina! Este hombre me ha perdonado la vida pese quise arrebatar la suya, no todos son tan malos como hemos creído.

— ¿Y qué nos importa? ¡Será uno solamente!

— Solo atacamos cuando el otro ataca, podemos razonar sin tener que conflictos agresivos recrear.

El rubio de cabellos bastantes largos miró a quien su vida perdonó, y sonriendo con suavidad miró a quienes iban a quemar el árbol que estaba por los dos lados.

Murmuros y luego la extinción de la llama. Todos se fueron y el rubio se acercó a Outer, tomó su mano y besó su dorso.

— Soy Dream, y agradezco mucho lo que has hecho por mi.

— No... Gracias a ti.

Outer se despidió del joven Dream, y una vez quedó solo, sabiendo que las llamas del otro lado también cesaron, buscó con la mirada a Stave.

Pero no había nadie.

Flor Andante. ¦ OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora