21- Fruta.

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Las visitas de Stave siguieron siendo de vez en cuando, cada vez que llegaba hacía que el de cabellos azulados sintiera que no había hecho mal por, de todos modos, ser quien lo atrajo a la situación de besarse, pues pese siempre pasar un largo tiempo juntos, todavía habían cientos de cosas que no sabía del rubio y viceversa.

Entre uno de esos días, al llegar a su puesto se dio cuenta de algo sumamente extraño, un detalle que no se fijó antes y ahora resplandecía siendo imposible de pasarle por alto, las ramas de todos los árboles tenían hojas que crecían poco a poco, siendo visibles, el suelo con su pasto fresco y algunos pétalos de flores que también estaban en la superficie, estaba creciendo vida.

Sin creerse lo que sucedía, aceleró su paso a un ligero trote, con tal de llegar a la otra frontera, la sorpresa disminuyó dejando paso a la confusión, pese el pasto estuviera crecido y la línea que separaba ambos lados ya no se distinguía, el árbol que los separaba seguía con sus ramas vacías y casi muertas, ello le hizo esbozar un mueca, al parecer... Si estaba muerto.

— ¡Outer!

Fue llamado por el de pecas que trotaba hasta él con una expresión tranquila, con sus pies descalzos y su cabello amarrado en una larga coleta, se detuvo en su lado, esperando que a quien besó hace unos días fuera el que se acercara, deseo cumplido.

— Stave, me alegra verte. —Dijo en un saludo, mientras se acercaba a su rostro para besar su frente, el día posterior a su primer beso Stave había pedido no tomarlo así como así, necesitaba tiempo.

Todavía se ponía nervioso, lo de esa vez había sido un impulso, pero al menos apreciaba que le permitiera darle algunas muestras de afecto que había ocultado tras caer en tal extraña atracción en su relación intrigante.

— Eso es tan cursi. —Rió arreglándose el flequillo que cubría su ojo, dio unos pasos hacia atrás con unos botes para tirarse al suelo y rodar, Outer se mantuvo de pie, sin quitar mirada encima, el rubio se detuvo al estar al lado de una flor, la cual tocó su nariz— Es linda la primavera.

— Es una primavera mágica, si me permites decir.

— Tienes ciertamente la razón, Outer. —Respondió algo bajo, el mayor frunció el ceño en ademán de comprender— Solo es fruto de lo que está sucediendo, ambas fronteras cada vez se llenan de más compresión, ¡Un duelo de años resuelto en meses! Y todo, gracias a ti.

— Yo no hice nada, realmente.

El rubio se sentó, alzando una ceja.

— Salvaste la vida de quien ahora es líder del tratado de la paz, e impulsaste a tu pueblo a que vieran la perspectiva distinta.

— ¿Cómo sabes...?

Stave sonrió, hace algún tiempo que Outer no veía tal expresión misteriosa que le hacía estremecer.

— No puedes ocultarme nada. —Recitó— Hay ojos que todo lo ven.

En aire ante tales palabras que sonaron mucho más espeluznante que cualquier cosa, Outer vio como el más bajo se levantaba para irse meciendo la cabeza de lado a lado perdiéndose ahora en el rejuvenecido bosque. 

Flor Andante. ¦ OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora