Capítulo 4

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Kayl llevaba su gabardina negra sin abrochar, y sobre su hombro estaba Reous sentada. Caminaba por la ciudad, rondaban las nueve de la noche por lo que la mayoría de las tiendas se encontraban cerradas, a excepción de las tiendas de abarrotes y centros comerciales. Reous se preguntaba hacía donde se dirigía Kayl. No le había dicho nada desde que salieron de su casa, así que Reous decidió probar suerte.

—¿A dónde vamos?

—Me reuniré con alguien.

¿Alguien? Eso le pareció extraño a Reous pues pensaba que Kayl no tenía amigos, pero se abstuvo de preguntarle.

Kayl entró en un callejón donde la luz era escasa, rápidamente fue absorbido por la oscuridad, y Reous junto con él. Ella se sentía como si estuviera haciendo algo indebido —además claro de haberse escapado del palacio, ah y también hablar con un vampiro— Solo esperaba que Kayl supiese lo que hacía.

Kayl se detuvo, sin decir nada, solo esperando. Del fondo del callejón Reous notó que algo —O más bien alguien— se movía. La persona llevaba la cabeza cubierta por una capucha. Se situó frente a Kayl y descubrió su rostro, solo entonces Reous se percató que se trataba de una chica — una chica muy hermosa—. Llevaba su corto cabello rubio suelto, un rostro perfectamente moldeado de un blanco pálido como el de Kayl, y vestía totalmente de negro.

—Mi señor. Le he traído la información que me ha pedido...

Reous aún procesaba lo que acababa de escuchar. "Mi señor" fue la forma en la que ella lo llamó, pero ¿por qué? ¿Quién era ella? Entonces se dio cuenta de que aquella desconocida había fijado su mirada sobre ella.

—No te preocupes, no es nadie.

La chica devolvió su mirada a Kayl. Metió la mano dentro de su abrigo, extrajo un sobre blanco de él y se lo tendió a Kayl. Este lo tomó y metió en un bolsillo interno de la gabardina.

—Me has servido bien, María.

—Ha sido un honor —asintió.

—Nos veremos en el entrenamiento.

Kayl se dio media vuelta y salió del callejón, dejando atrás a esa misteriosa mujer. Reous pensó que quizá ahora volvería a casa, pero Kayl continúo caminando por la ciudad, hasta que entro en un McDonald's y se sentó en una de las mesas, luego sacó el sobre de su bolsillo, lo abrió y observó detenidamente su contenido. Reous esperaba alguna expresión por parte de Kayl, pero su rostro no se inmutó, únicamente se llevó una mano hacia su barbilla. En ello una empleada se acercó a él. Vestía un pantalón negro, una camisa roja con una "W" estampada, y una gorra con el mismo logotipo.

—Disculpe las molestias señor, pero si quiere ordenar tendrá que hacerlo en el mostrador.

Señaló el mostrador. Kayl clavó sus ojos en los de ella, Reous no estaba segura, pero sus ojos grises parecieron tornarse escarlatas. La expresión de la mujer se relajó, de un modo un tanto extraño.

—Discúlpeme señor, no me di cuenta de que era usted. Le traeré lo de siempre.

La mujer se retiró, desapareciendo tras una puerta. Volvió rápidamente, traía consigo una bandeja con comida que depositó sobre la mesa frente a Kayl.

—Que disfrute.

La mujer desapareció una vez más. La bandeja contenía una hamburguesa, papas fritas y una gaseosa. Kayl tomó la hamburguesa y la desenvolvió de su cubierta de papel. Reous miraba asombrada lo que Kayl tenía entre las manos.

—¿En serio comerás todo eso?

Kayl fijo su mirada en ella.

—Mi cuerpo reduce a cero cualquier cosa que ingiera. Y además esto no satisface mi apetito en lo más mínimo.

El hada y el vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora